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jueves, 25 de abril de 2024 18:16h.

Un poco de Historia:El vapor 'Zuleika' encalla

A finales de 1920, Gran Canaria fue escenario de uno de los naufragios marítimos que mayor expectación despertaron en la capital
El buque de bandera inglesa quedó varado frente al matadero de Las Palmas en 1920 a causa de la neblina
El buque de bandera inglesa quedó varado frente al matadero de Las Palmas en 1920 a causa de la neblina

A finales de 1920, Gran Canaria fue escenario de uno de los naufragios marítimos que mayor expectación despertaron en la capital, pues nunca se había visto tanta carne en la Isla. En la tarde del jueves siete de octubre el vapor Zuleika, de bandera inglesa y cargado de carne argentina, encalló frente al matadero, cerca de la desembocadura del barranco Guiniguada. Los restos del barco permanecieron allí mucho tiempo y fue una estampa marinera del litoral de aquellos años.

El atardecer en la bahía de Las Palmas de Gran Canaria es siempre un espectáculo sorprendente. Pero aquella tarde, desde la cubierta del vapor Zuleika, la tripulación pudo ver cómo una densa neblina impedía ver la costa. Ni siquiera los focos de los mástiles permitían vislumbrar la ruta atlántica entre tanta penumbra. Se dirigía a Londres y había hecho escala en el puerto para suministrarse de carbón y fruta. De pronto, el buque varó con violencia en medio de un gran estruendo. Varias vías de agua inundaron la sala de máquinas y la bodega central, repleta de cuartos de novillo enfriado (chilled beef).

Allí quedó encallado junto a la salida al mar del barranco Guiniguada. Sin abandonar el puente de mando, el capitán Ramsay encendió los dos focos rojos indicadores de auxilio y lanzó al cielo las bengalas de emergencia. Al día siguiente, Diario de Las Palmas, a quince céntimos sus cuatro anodinas páginas, abría su portada con la noticia: Vapor encallado.

«A las siete y treinta aproximadamente de anoche circuló por esta población la noticia de que frente a La playa del Matadero se había encallado un vapor. Nos trasladamos al sitio indicado, donde ya había numeroso público y pudimos comprobar la veracidad de la noticia. En las inmediaciones del vapor ya había un remolcador que seguramente al ver desde el Puerto las bengalas de auxilio que lanzó el barco cuando quedó encallado vino en su socorro. Por momentos fueron llegando varios remolcadores y una falúa. El sitio donde encalló el barco se nos dice que no existen mariscos sino que el fondo es de callaos1».

Con esta precisión de la época se daba cuenta del accidente marítimo del Zuleika. Todo esfuerzo fue inútil por rescatar el buque por parte de los remolcadores que vinieron en su auxilio, como el Lanzarote, que lo ancló con objeto de arrancarlo a remolque. El gerente de la consignataria Hermanos Cory, José Hernández Sánchez, explicó que el barco había estado el 1 de julio anterior en el puerto y que había realizado el mismo recorrido que el día del fatal accidente. En la mañana del viernes se unieron a las tareas de rescate varios prácticos del puerto, pero fue inútil todo intento de ponerlo a flote.

El buque, con matrícula de Londres y 3.629 toneladas de registro bruto, procedía de Campana (Argentina), en cuya localidad existía el primer frigorífico de la flamante River Plate Fresh Meat Co. Ltd. Aparte del cargamento de carne congelada, el vapor llegó a Las Palmas con cereales y grasas en sus bodegas. Venía al mando del capitán M.B.J. Ramsay, con una tripulación de 36 hombres.

El Zuleika estaba destinado primordialmente al transporte de carne desde Argentina a Europa, cuando la exportación de ganado en pie desapareció por la negativa de Gran Bretaña de adquirir ganado proveniente de un país con aftosa. La única salida para los ganaderos fue la de enviar carne refrigerada. Fue entonces cuando pasaron a primer plano en la economía nacional los frigoríficos, que los capitales británicos habían instalado en el país. Argentina se convirtió así en el primer país que exportó a Europa carnes refrigeradas y congeladas. Estas primeras remesas tuvieron lugar en 1877, con los vapores Le Frigorifique y Le Paraguay, que iniciaron con éxito, respectivamente, la preparación y transporte de la carne refrigerada. Y posteriormente era enviada en el vapor Zuleika, que quedó para siempre en nuestra costas tras 31 años de servicio.

Sin Éxito su rescate

El 17 de octubre llegó el buque de salvamento Swiner, de bandera danesa, con el propósito de intentar reflotar el Zuleika, pero tampoco logró su objetivo2. Por si fuera poco, en los primeros días de noviembre, un mar de leva empujó hacia tierra al buque encallado, dejándolo como un monumento al siniestro en tierra firme. En esos días, también el barco Smir Svitzer, de la misma compañía, había llegado al puerto con el objetivo de recoger los aparatos y bombas del buque siniestrado, después de que éste fuera abandonado por su consignataria. La compañía inglesa de seguros Lloyd se hizo cargo de todos los daños y las pérdidas sufridas. Al final, una parte de las cincuenta toneladas de carne fue adquirida por el empresario local Gonzálvez y otra debió arrojarse al mar.

La campana de El Palmar

Para entonces, la población canaria llevó a su léxico popular diversas anécdotas sobre el siniestro del Zuleika, y hasta el gran poeta canario Tomás Morales Castellano (1884-1921), máximo representante de la poesía canaria moderna, y testigo del accidente, escribió en su Oda al Atlántico unos sonetos dedicados a algunos de estos sucesos marítimos.

Tras la imposibilidad de ponerlo a flote, el vapor Zuleika fue desguazado durante los años treinta del siglo pasado y hasta la década siguiente quedaban aún algunos restos del buque cuando el reflujo del mar llegaba a su término. Todavía hoy se conserva la campana del puente de mando del desaparecido vapor. Fue adquirida por José de la Rosa Doreste en un puesto de chatarra del Puerto con el fin de donarla a la ermita de la Peña, existente en el pago de El Palmar (Teror), cuyo fundador había sido Nicolás Herrera Leyva y Medrano, abogado de la Real Audiencia de Canarias. De este modo, la campana del Zuleika que supo de tantas singladuras allende los mares, quedó en tierra firme para llamar a misa a los fieles canarios en ese caserío del interior de la Isla3.