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jueves, 28 de marzo de 2024 00:01h.

Semblanza de Teresa García, única mujer viajera del velero Telémaco

Una emigrante emprendedora y luchadora considerada pionera de la mujer canaria

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El diario digital canariosenelmundo.com ofrece a sus lectores este interesante artículo en el que dibujan la semblanza de Teresa García Arteaga, la única mujer que salió de La Gomera en el velero Telémaco el 9 de agosto de 1950.

Por ser ejemplo de canaria emprendedora, decidida y valerosa que tuvo la fortaleza de dejar su tierra para iniciar una nueva vida lejos de su familia y de su entorno, en el archipiélago y por el interés que despertará en nuestros lectores el conocer más de esta compatriota ofrecemos el articulo tal cual lo publica el mencionado medio digital.

Reconocimiento del Gobierno del Reino de España

Teresa García con su nieta Dayana González el día que recibió la condecoración del gobierno español

Teresa García con su nieta Dayana González el día que recibió la condecoración del gobierno español

En mayo de 2015, a sus 87 años, Teresa García Arteaga fue condecorada con la distinción Medalla Orden del Mérito Civil, en su grado de oficial, otorgada por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España en reconocimiento a su valor y progreso personal a lo largo de su vida. La distinción fue entregada por el embajador de España en Venezuela, Antonio Pérez-Hernández en un acto celebrado en su residencia.

Semblanza 

Infancia y juventud

Teresa nació en El Hierro el 26 de agosto de 1927, lugar en el que residían sus padres, el herreño Gonzalo García Castañeda  y Madrona Arteaga, de San Sebastián de La Gomera. El matrimonio tuvo tres hijos más, Gonzalo, el mayor y Manuela y Juan menores.
Sus progenitores siempre mantuvieron contacto entre ambas islas, pues su padre, que se dedicaba a la agricultura y ganadería, exportaba a la isla colombina higos pasados, quesos y otros productos herreños.
A los tres años de edad fue a vivir a San Sebastián de La Gomera al cargo de su abuela. Allí creció con la alegría y fortaleza características de los niños y jóvenes canarios de esos tiempos.
Cuando habla de su vida y se remonta a la adolescencia, le vienen a su memoria muchos y hermosos recuerdos, también sus aspiraciones y proyectos, a través de los cuales puede apreciarse que a esa edad ya era una mujer emprendedora y resolutiva.

Matrimonio y emigración

Teresa y Antonio en su juventud

Teresa y Antonio en su juventud

El destino quiso que conociera en San Sebastián a Antonio Aguilar, un joven nacido en Agulo y residenciado en Hermigua que había ido a la capital para hacer el servicio militar. Ambos se enamoraron e iniciaron el noviazgo. Entre los dos decidieron que emigrar era una extraordinaria posibilidad para superarse y encontrar mejores condiciones de vida que las que podían hallar en unas islas empobrecidas.

En esos años el destino predilecto para los que decidían desplazarse a otros lugares era Venezuela, una tierra de oportunidades, con muchísimo paisanos que hablaban de las bondades del país y de las semejanzas en el estilo de vida con los canarios.

Acordaron que Antonio viajaría primero. El noviazgo continuó en la distancia. El intercambio de cartas y las noticias que “llevaban y traían” algunos conocidos eran los únicos contactos, hasta que decidieron casarse Por Poder para que, cuando se diera una buena ocasión, ella se desplazara hasta La Guaira en donde residía su esposo.

Viaje y aventura en el velero Telémaco

Teresa García ante una imagen del velero Telémaco en el que viajó

Teresa García ante una imagen del velero Telémaco en el que viajó

Ese día llegó con uno de los últimos veleros y quizá el más emblemático de los barcos clandestinos que zarparon de las islas Canarias, el “Telémaco”.

Después de un largo período de preparación, la tripulación y los viajeros estuvieron listos para emprender el trayecto desde La Gomera hasta Venezuela.

En una nave de apenas 27 metros de eslora partieron de Valle Gran Rey una fría madrugada del 9 de agosto de 1950. Eran 171 personas, 170 hombres y Teresa con apenas 22 años, como única mujer. Hoy, con 88, recuerda “Cuando salimos, el velero estaba tan cargado que podíamos tocar el mar estirando la mano por la baranda”.

La joven que viajaba con su tío patrón del navío, habla de su viaje con tanta naturalidad que se puede apreciar cada vivencia contada por ella con absoluta claridad. Es así como puede comprenderse cómo se desarrolló una de las experiencias más conmovedoras que tuvo que pasar durante el trayecto, se trata de los miedos y temores de todos los viajeros debido al mal tiempo que encontraron en la travesía. Lo que narra pudo ser perfectamente una odisea.

La tormenta

El temporal que se desencadenó un día fue tal que “el velero se convirtió en una mecedora”. El desasosiego y el horror se apoderaron de la vida de los pasajeros, quienes llegaron a creer que la nave se iría de un momento a otro a pique y que no pisarían nunca más tierra firme. Los emigrantes perdieron casi todo, la comida, las ropas, los enseres personales… Además, los pipotes de agua se rompieron, igual que los de combustible y todo se mezcló al punto de que pasada la tormenta hubo fuertes protestas, incluso algunos se negaban a comer por el desagradable sabor a gasoil en los alimentos.

17.- Viaje 2001 Invitación del Cabildo

Teresa con un grupo de viajeros del Telémaco durante una visita a La Gomera el año 2001 invitados por el Cabildo Insular

Con el huracán, como podría denominarse, no solo perdieron víveres y otros artículos, sino también la orientación. Afortunadamente, apareció el “Campante”, un barco petrolero español que se acercó al divisarlos, aunque su tripulación marcó distancia pues,cuando se percataron del aspecto desaliñado de los pasajeros, no se atrevieron a establecer contacto con ellos, sino que les lanzaron al mar algunos víveres para que los recogieran y, lo más importante, les dieron la ruta hacia Martinica con la advertencia de que no giraran hacia el norte porque se avecinaba otra fuerte tempestad.

Gracias a este encuentro, pudieron llegar a la isla después de unos cuatro días. De esa escala, nuestra protagonista tiene un agradecimiento infinito y permanente, porque, después de tantas penurias y sufrimientos, recibieron de los nativos una excelente atención. Les proporcionaron aseos, alimentos, vestidos y hasta dinero para que continuaran la travesía. Además, en la aduana trabajaba un español que ayudó a que la estancia de todos fuera grata y contribuyó con el avituallamiento necesario para continuar viaje a La Guaira.

Venezuela, la esperanza. Una nueva vida

Por fin, al atardecer del 16 de septiembre alcanzaron su objetivo, llegaron a su añorado destino cuando tocaron tierra en puerto venezolano. Trascurrieron 43 largos días desde que los 171 isleños abandonaron sus queridas islas Canarias. Cansados y agotados, fueron recibidos por las autoridades. Todos corrieron la suerte que sabían les esperaría por estar indocumentados: la prisión. La excepción fue Teresa. Su esposo estaba esperándola en el puerto de La Guaira con su “documentación en regla” para su ingreso legal en el país.

Ya se encontraba junto a su Antonio. Atrás, en el propio mar, quedaron los sufrimientos que pasó al atravesar el océano para comenzar con ilusión y esperanza una nueva vida en un nuevo país.

El matrimonio con sus hijos Francisco, Antonio y Teresa

El matrimonio con sus hijos Francisco, Antonio y Teresa

Y así lo hizo. Con satisfacción rememora los primeros tiempos de su vida en Venezuela. Igualmente, evoca cómo en su casa se reunían con cierta frecuencia emigrantes gomeros que habían llegado en esa época para compartir, entre todos, recuerdos de sus islas y conversar sobre las nuevas experiencias que cada uno iba teniendo en el país.

Dedicados al comercio, primero residieron en La Guaira y en Carayaca en donde nacieron sus hijos, Antonio, Teresa (†) y Francisco. Al cabo de unos años, trasladaron su residencia a Caracas en donde podrían encontrar los medios para que sus hijos estudiaran una carrera universitaria. Los varones se graduaron en Computación y su hija en Química.

Graduación de su hija Teresa (†)

Graduación de su hija Teresa (†)

Dice doña Teresa García que toda su vida trabajó en Venezuela en unión de su esposo, y que, aunque no hizo fortuna en relación a sus haberes económicos, se considera muy afortunada y recompensada por Dios porque constituyeron una gran familia buena y honrada en la que sus hijos, nietos y bisnietos son fiel espejo de las cualidades humanas y valores que les inculcó el matrimonio.

Dayana González, su incondicional nieta, expresa con admiración y gran cariño que su abuela continúa siendo una luchadora, fuerte, conversadora, inteligente y con una memoria envidiable, pendiente de todos, de su casa y de reunir a la familia los domingos o en alguna ocasión festiva.

Dayana con su familia, sus hijas Aydana y  Adanay

Dayana con su familia, sus hijas Aydana y Adanay

Reconoce con orgullo que“siempre fue una mujer dedicada en cuerpo y alma a sus hijos y en consecuencia a sus nietos y bisnietos. Antes estamos todos nosotros que ella; así siempre se ha mostrado”.

Al cabo del tiempo, con 88 años, permanecen en Teresa García el valor y la fortaleza que la han acompañado desde que decidió dejar su isla para embarcarse como única mujer en una aventura hacia la esperanza. Es ejemplo de la mujer canaria decidida, capaz de enfrentar adversidades y con el ímpetu necesario para la superación intelectual y personal.

Canarios en el Mundo agradece a su nieta Dayana González (hija de Teresa) su inestimable colaboración para la elaboración de esta semblanza.