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jueves, 18 de abril de 2024 15:41h.

Agulo bajo la Palabra del Poeta Antonio Trujillo Armas (Por Pablo Jerez Sabater)

Pocas cosas hay más gratas de releer al poeta agulense Antonio Trujillo Armas, nacido en 1924. Extraemos de su obra "El Poeta y la isla" (1960) un pequeño texto dedicado al pueblo de Agulo y que a continuación transcribo para demostrar el interés que debe mostrar la isla en redescubrir a sus figuras literarias, tan olvidadas a veces.

AGULO

Si penínsulas es -transcribimos aquí la definición dada por la Real Academia de la Lengua- "una porción de tierra cercada por el aguda y sólo unida con la tierra firme por una parte no muy ancha", Agulo -nos referimos escuetamente al caso del pueblo- podría tener igual definición, ora que forzando los términos: una hermosa y natural meseta convertida por la mano del hombre en productivas fincas, semicircuída por altos y uniformes riscos y volcada hacia el mar por su parte más ancha.

Si se tratara aquí de una verdadera lección de geografía, y una vez el alumno en posesión de la idea de península, mediante la cual lo coloca en condiciones de seguir adelante, el maestro proseguiría su explicación diciéndole seguidamente el contorno y configuración de la misma, etc., hasta culminar en el aspecto humano que  la informa, punto con el que daría fin a su estudio.

Así, del pueblo de Agulo vamos a ver cómo es su contorno y configuración: para ahorrarnos tiempo, existe una palabra clave que nos viene a demostrar la forma del contorno del pueblo: la de su propio nombre, Agulo.

La palabra Agulo, según las referencias que tenemos, ha pasado por tres frases evolutivas a través del tiempo. Primeramente fue "ángulo", después, con acento prosódico en la "u", "angulo", y, finalmente, creo ya inalterable, Agulo, tal como suena.

Así que el término geométrico "ángulo", con que fue denominado prístinamente el pueblo después de la conquista, debe tener una relación con la forma de los riscos que los semicircundan (en razones orográficas se fundan los nombres de muchos pueblos)… En efecto, los riscos del pueblo de Agulo, casi inaccesibles, compactos y uniformes, con un nivel de altura de ochenta a cien metros, diríase un cinturón colosal, forman, en lo que pudiéramos llamar el vértice -sitio que se conoce con el nombre del Ancón-, todo un ángulo pétreo. Una vez más, la geometría de unas peñas da nombre a un pueblo: Agulo. ¡Como si hubiesen sido geómetras los habitantes que lo fundaron!.

Ahora procuremos subir, lector, por los "Pasos" -vereda guanche en forma de escalera que da acceso hasta el filo del mismo-, camino para el monte, a fin de contemplar el pueblo propiamente dicho a vista de águila.

Desde este punto prominente en que nos encontramos se nos presenta Agulo con un aspecto panorámico verdaderamente jovial y pintoresco. Diríase un doncel encantado en la prisión de sus propios riscos, con su mar arrulladora al fondo; con su completo platanal en productividad, erguido todo él sobre su plataforma natural como un gran balcón volcado hacia la mar. Y analizando el conjunto de las casas que integran el pueblo, notamos que éstas constituyen tres grupos o manzanas casi idénticos, a la derecha, al centro otro y a la izquierda el último. Núcleos de viviendas denominadas, respectivamente: La Montañeta, Las Casas y El Charco.

Esto es, pues, en sencillos rasgos y en su aspecto físico, el pueblo de Agulo, amable lector.

Pablo Jerez Sabater