NORBERTO CHIJEB | Santa Cruz de Tenerife.-El título de esta sección no le hace ninguna justicia a nuestro protagonista de hoy, al menos si a La Gomera, y más concretamente a Playa Santiago, nos referimos. Jesús Simancas Megolla (San Sebastián de La Gomera, 1933), Sito para todo el mundo, es hoy la voz de la Isla.

Desde Onda Tagoror ha sido capaz de introducir a La Gomera en las casas de medio Archipiélago y además se siente orgulloso de no tener competencia: “a los compañeros de radio no solo les ayudo en todo lo que necesiten, sino incluso les doy primicias antes de largarlas yo, porque me interesa que La Gomera se escuche en emisoras más potentes”, afirma convencido de que para él “que suene La Gomera en el mundo es lo primordial para mí”.

Sito Simancas recuerda que desde 1956 está pegado a un micrófono, cuando desde la Costanera de Tecina, en la empresa de Álvaro Rodríguez López, se comunicaba con los barcos que llegaban a la playa de Tapahuga a través de lanchones para cargar plátanos, tomates y conservas marinas.

“Algo que hoy se ha perdido -lamenta Simancas- porque todo se basa en el turismo y se han abandonado el sector primario pese a tener grandes presas y canales de agua en la zona”, señala con frustración quien vivió desde niño el esplendor de la comarca Tecina. “Mi primer trabajo en 1947 -recuerda- fue la de trabajar en la fábrica de conservas Santa Rosalía que comenzó a funcionar en 1931 hasta finales de los setenta. Nunca pensé que fueran a tirar sus naves, lo que hoy hubiera sido un gran atractivo turístico.

Sito Simancas al frente de su emisora Onda Tagoror. | NORCHI
En aquella época, Playa santiago era la pequeña Venezuela, porque daba trabajo a media Gomera”, afirma con evidente desconsuelo. Una época en donde casi todo lo que pasaba en Tecina, entre los términos municipales de Alajeró y San Sebastián, tenía que ver la firma de Álvaro Rodríguez López, el gran terrateniente del sur de la Isla, el principal valedor de Sito Simancas: “Todo lo que soy se lo debo a él; es lo mejor que me ha pasado en mi vida”, afirma mientras recuerda que fue don Álvaro quien le pagó los estudios en Cuatro Vientos (Madrid) y luego en Los Rodeos para convertirse en radio-técnico y poder llevar “la liliputiense torre de control” del aeródromo de los Rodríguez López, que “tenía 583 metros de largo por 40 de ancho, con una pendiente final de 69/70 metros como zona de impacto”, recuerda con extraordinaria memoria nuestro protagonista.

Allí estuvo hasta finales de los setenta, en que los Rodríguez López vendieron sus propiedades a los Olsen -Peter y Fred-, mucho después de que aquellas avionetas se fueran al Sahara todavía español a buscar fosfatos.

De aquel controlador aéreo Sito pasó en los 90 a controlador radiofónico y aunque “mi primera antena la monté al revés” desde Onda Tagoror empezó a vender su Isla por todos los aires canarios, sin grandes alharacas, porque como él mismo dice, “gracias a conocer perfectamente la orografía gomera basta con tres puntos clave para llegar a Tenerife, La Palma, el Hierro y el noroeste de Gran Canaria”.