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viernes, 19 de abril de 2024 15:47h.

Los guaraperos, nuestro símbolo

CASIMIRO CURBELO OPINION

La Medalla de Oro de Canarias a los guaraperos de La Gomera significa mucho más que un reconocimiento a una actividad ancestral vinculada a nuestra flora endémica.

Tal distinción es un respaldo inequívoco de Canarias a su miel de palma, frente a la incomprensión comunitaria a esta denominación, y también un reconocimiento simbólico a muchos gomeros, que cada día extraen la savia de la palma para elaborar este producto que supone una aportación importante a la identidad, la cultura y la economía de la isla. 

Pero la importancia cuantitativa del sector primario no es la del pasado. Hoy son los servicios, y especialmente el turismo, los que soportan el peso de la economía canaria, y nuestra isla no es una excepción. Por ello, debemos seguir trabajando en nuestro empeño de impulsar la agricultura, la ganadería y la pesca en una apuesta clara por la diversificación del tejido productivo de La Gomera. Sin duda, los buenos resultados turísticos que ostenta nuestra isla repercuten en el crecimiento del sector primario. El turismo es decisivo para el desarrollo de un modelo singular vinculado directamente al turismo de naturaleza, rural, que atrae a la isla a la nada despreciable cantidad de 700.000 personas al año.

Uno de los atractivos para estos centenares de miles de visitantes es la Casa de la Miel de Palma de Alojera, una valiosa plataforma promocional. Este centro se encarga de difundir la cultura del guarapo para que vecinos y turistas conozcan de primera mano el trabajo de este sector y su valor etnográfico. Así, a las rutas guiadas se suman actividades con los más pequeños, para que sean conocedores y partícipes de las riquezas naturales y culturales con las que conviven.

Además, la Casa de la Miel de Palma es un importante canal de comercialización para la decena de empresas que se dedican a esta industria agroalimentaria en la isla, empresas que generan medio centenar de empleos directos, entre los que se encuentran muchos jóvenes. Y que respetan, hay que destacarlo, una explotación racional de la especie vegetal que mejor representa a Canarias, pues sólo se emplean medio millar de las 200.000 palmeras censadas.

También seguimos luchando para que las instituciones comunitarias acepten su denominación tradicional de miel de palma, al considerar que forma parte de la identificación del producto y no existe confusión posible con otros alimentos por parte de los consumidores. Sin embargo, esta limitación no ha afectado a la comercialización de este néctar de nuestras palmeras canarias, resultado de una actividad consolidada y próspera gracias a su calidad y prestigio.

Estas son metas impulsadas desde el Cabildo que presido, que ha asumido el compromiso con el sector de crear unas bases específicas para que opte, además, a una línea de subvenciones destinadas a la creación de empleo, ayudas al combustible de cocción, renovación de etiquetado y otras necesidades propias. Estas medidas están integradas en un ámbito de trabajo conjunto con los guaraperos al objeto de que las mismas estén concretadas antes de la conclusión de este año.

Hay que reseñar, asimismo, que, casi simultáneamente con el alto reconocimiento institucional otorgado al sector en el día de nuestra comunidad autónoma, hemos firmado con la Consejería de Agricultura del Gobierno de Canarias un convenio que supone la incorporación de La Gomera al programa Crecer Juntos, cuyo objetivo es suministrar a los centros turísticos insulares las producciones agrícolas y ganaderas propias a fin de impulsar su consumo y el conocimiento de sus bondades entre todos los visitantes de la isla. Se trata de alcanzar, paradójicamente, el nada fácil reto de que las producciones locales, entre las que ocupan un lugar destacado nuestra miel de palma, encuentren salida en su mercado natural.

Con estas medidas, trabajamos para que el sector sea parte destacada del modelo de desarrollo que propugnamos para La Gomera, modelo que debe estar dotado de los instrumentos necesarios para generar un tejido económico identificado con el territorio y que pretende compatibilizar la actividad turística, el sector primario, la industria agroalimentaria y el intercambio comercial para potenciar la economía y el empleo, para generar también riqueza directamente vinculada con nuestras tradiciones y comprometida con el medio ambiente.