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jueves, 25 de abril de 2024 18:15h.
Opiniones

Un hermano, al rítmico son de la Garlopa

La noticia, como un extendido reguero de impetuosa pólvora, a través de la Prensa, Radio y Televisión, ha conseguido rebasar el absorbente conocimiento de todos los isleños.

Un arriesgado grupo de solícitos herreños, han sido tildados de “Polizones”,por el simple y ejemplar hecho de intentar hacer dar a conocer al dominio público y a las correspondiente autoridades competentes, la imperiosa necesidad de una adecuada conexión marítima, algo que estaba cumpliendo la conocida Naviera “ARMAS”, ahora, rotundamente, negándose a seguir prestando sus habituales servicios, algo que resultaba ser muchos más que indispensable, útil, e ineludible, para toda la isla.

En una muy seria, efectiva, y altamente valorada “CARTA DEL DIRECTOR”, de “DIARIO EL HIERRO”, D. Sergio Gutiérrez, fraternalmente unido a todos los elegidos representantes políticos, animosamente, nos enlaza, incorporándonos por completo a este bravo grupo de justos indignados, con la firme esperanza de que, lo más pronto que sea posible, de una vez por todas, el serio problema vigente, se resuelva como es debido y, lo más satisfactoriamente posible.

Más de seiscientas personas, formando una sólida y agrupada familia, en el Puerto de La Estaca, abiertamente, manifestaron su descontento, rechazando a voz en grito el inaudito hecho, incorrecto propósito y fatal determinación. La COBARDÍA, suele ser una de las la peores enfermedades atacantes que, si por ella nos guiamos, podría gravemente fastidiarnos, reprimiéndonos, hasta el propio fondo de la misma y lamentable amargura.

De apertura, no era esta la sana intención que hasta ustedes me ha llevado, en el inexcusable inicio del vigente comentario. Trajinaba deseoso en busca de un muy especial punto y aparte. Resulta, que, a muchos de nuestros muy atentos lectores, les tengo profundamente que agradecer las certeras observaciones que, en el franqueado día de SAN FERNANDO, tan solícitamente, me hicieran. Me explicaban la extrañeza que notaron al ver cómo en mi crónica “EN EL DÍA DE NUESTRO DÍA”, mencionando un recuerdo especial para algunos conocidos difuntos, hubiese omitido por completo el insinuar tan siquiera, a mi dilecto hermano.

Les confieso, con toda franqueza de que, a estas alturas, todavía me parece que está vivo, entre nosotros y, animosamente, acompañándonos en la colectiva protesta contra la tal abusiva Compañía Naviera. Por personal deferencia hacia todos ustedes, viendo la extensión de la indicada crónica, no creí demasiado oportuno el ampliarla mucho más, con algunos particulares detalles que hoy, sí, me permito la osada libertad de poder ofrecerles. Para mí, FERNANDO ZAMORA MÉNDEZ, sin lugar a dudas, desde la niñez, fue el auténtico héroe legendario que me supo acompañar a lo largo y ancho de todas mis inocentes aventuras infantiles.

Mucho más tarde, al tener que emigrar hacia Venezuela, el antojadizo Destino, por espacio de 14 largos años, ampliamente, distancia nuestros mutuos caminos y, al regreso, volviendo a encontrarnos de nuevo, pude corporalmente notarlo con el mismo aspecto físico de siempre. Jovial, dinámico, dispuesto a colaborar a cuanto se le solicitara, apasionado y vehemente seguidor de “LA UNIÓN DEPORTIVA LAS PALMAS”, del total fútbol argentino, en cuya República estuvo residiendo, simpatizando con la exaltada afición “Che”, hizo que muchos le conocieran con el abierto sobrenombre de “EL RUBIO”, en memoria y recuerdo da la famosa “SAETA RUBIA”, Alfredo Di Stéfano al que, junto con el futbolístico fenómeno mundial de pasmoso prodigio, MARADONA, tanto admiró y continuamente les tenía a flor de labios.

Supo aprovechar los apropiados años de su jubilación para, una vez más, poder dedicarse por entero a los solícitos y agasajados cuidados de la que hoy es su desconsolada esposa, la afligida LOLITA PADRÓN GALÁN; unos loables bienhechores motivos que, para nada en absoluto, le impidieron la conquista de reñidos campeonatos en prácticos juegos sociales de salón, felizmente conseguidos, merced a sus altos conocimientos sobre el intrincado ajedrez, entretenido dominó y el familiar parchís.

Supo dar los más oportunos consejos a cuantos así se los solicitaban, dominando con sorprendente pericia y suave tacto, reservados asuntos secretos de complicadas situaciones. Profundo amante de la radiodifusión, conservaba una auténtica colección de curiosos aparatos, mandos y disparejos mecanismos, dominándolos todos ellos con profesional maestría técnica. Colocó su mítica “Pica en Flandes”, allá, en donde ella hiciera falta y fuese necesario, realizándolo todo sin eludir molestosos inconvenientes o serios problemas, sin jamás esconder la cara, tenazmente, sin posible reposo.

Aceptó con desmedida esperanza y arrojada energía, los encontrados vividos placeres, localizadas alegrías, sufridas penas y duros batacazos de la vida que, a todas las sensibles criaturas se le suelen presentar y que él, de una fulminante manera particular, aniquilara, sufriendo silenciosamente, en lo más profundo de su corazón, la inesperada pérdida de su muy amado hijo, PACO JAIME, soportando con resignado estoicismo, la cruel carga de la más inesperada, ilícita y doliente apesadumbra cruz. ¡Atrás, muy atrás, han quedado desterrados en la añeja retentiva del tiempo, aquellos lejanos, peligrosos y extensos años de militares africanas experiencias; sus gastados cepillos y afiladas garlopas, unas artesanales herramientas hábilmente manejadas en sus diestras manos de fino carpintero; su comercial labia y prosapia para, con la mayor destreza, desenvoltura y convencimiento, endosarle al cliente, “el mejor calzado en plaza!

¡Atrás, han quedado tantas y tantas cosas, buenas y malas, que nos serían imposible de enumerar! Detalles, explicaciones, recuerdos, juveniles, arduas luchas en busca del mejor porvenir, habiendo tenido que cargar atestadas cantinas, repartiéndolas como un multiplicado pulpo por todas las saturadas calles de Las Palmas, desde el remoto Muro de Marrero, en Las Canteras, hasta el parque de Santa Catalina, allá, por la sinuosa recta de Ripoche, Murga, Constantino, Bravo Murillo, Venegas, Las cuatro Esquinas, en Telde, conviviendo en nutridas, abarrotadas y conocidas Pensiones Hoteleras que, nuestros difuntos padres tuvieron ubicadas por los mencionados términos y, con las que nunca, se pudo alcanzar el natural desahogo de una mejor y más lucrativa recompensa económica.

Y... ¡En qué duras circunstancias, las de aquella acongojada época en que, todo se tenía que cocinar, al doliente calor de unos simples infiernillos, asombrándonos de cómo la inmolada mamá LOLA, podía sacar adelante tantas primorosas y variadas exquisiteces culinarias, con aquellos débiles fuegos de indefensa quincalla, más propios del tentador diablo que del mismo santo Dios! ¡Todavía, me parece vislumbrar la egregia figura de papá AURELIO, pregonando a los cuatro vientos... “las montañas de cáscaras de huevos que en Bañaderos habían, por los muchos flanes elaborados en casa”, cuando, en realidad, por aquel período, la pura “Tamatina”, era que más imperaba y menos costaba!

¡SON ALGUNOS DE LOS IMBORRABLES DETALLES QUE, AL MENOS, PARA MÍ, NUNCA SE PODRÁN ESFUMAR EN EL RAUDO DESFILE DE LOS VERTEGINOSOS DÍAS! LAS CICATRICES DE LA EXPERIENCIA FORMAN EL CARÁCTER DE LAS PERSONAS. ¡NUESTRO ÚNICO DERECHO ES SABER CUMPLIR CON EL DEBER!.