Un bisturí para abrir el pasado
“Empiezo a leer con la imagen de Leoncito en mi cabeza, esa persona con talento y con talante, ejemplo vivo de la bondad, agulense de pro del que nos aprovechábamos para un diagnóstico certero, gomero universal por la gracia no de Dios sino de la justicia. Él, hace mucho, vino a verme cuando yo era un niño, tranquilizando a mi madre respecto de una operación. Esa sonrisa amplia y esa destreza con las manos eran el bálsamo para los que, neófitos en la medicina, necesitábamos de su magisterio como galeno. Hablaba como manejaba el bisturí, con precisión y generosidad.”