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“Se tiende a obviar que, para bien o para mal, la escuela es el reflejo de la sociedad. La escuela está dentro de un entorno, los chicos viven en ese entorno, los padres luchan en ese entorno y todos respiramos ese entorno en la certeza de que su aire nos vicia y de que la botella de oxígeno que proporciona la escuela es una gota de sensatez dentro de un mar de incongruencia”.
“Estos personajes esgrimen la bandera del patriotismo de misa e himno mientras venden la soberanía a Alemania porque así se lo pide la ínclita Ángela, enérgica caminante de los senderos gomeros y reina sin corona en esta Europa de los banqueros y de los fondos de inversión.”
“Es más, aceptan con estoicismo las políticas neoliberales que son proclamadas como la única alternativa por los medios de comunicación. Las aceptan y se las creen en un ejercicio de dejarse llevar que, para ser sinceros, me esperaba en un país donde Belén Esteban vende libros y el vástago de la Pantoja es alabado como creador musical”.
Echas la vista atrás, a tu juventud, a tus momentos en la escuela, y percibes dentro de ti un sentimiento triste y a la vez revelador.
Hay momentos en la vida en los que cuesta desprenderse de ese caparazón de sentimientos egoístas que nos ha sido dado para satisfacer nuestro primer instinto básico: el instinto de supervivencia.
Enciendes la televisión y, zas, te das cuenta de cuán cerca está el género humano de su parte animal y de que hace ya años que retrocedemos hacia épocas pretéritas donde jamás pensamos estar de nuevo.
Estos días están siendo muy movidos en el mundo educativo a raíz de las declaraciones de José Antonio Marina sobre la evaluación a los profesores. Vaya por delante mi aprecio a la idea de que en el debate está el progreso y que con la confrontación de ideas se pueden frenar otras confrontaciones más, digamos, exterminadoras.