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sábado, 20 de abril de 2024 05:13h.

Arquitectos de lo común (I).

¿Todos vamos buscando lo mismo? ¿Nos ocupan y nos preocupan las mismas cosas?

Parece claro que sobre todo nos centramos en el bienestar particular, el de nuestra familia o de los más cercanos y correligionarios. En primer término nos activamos para, con la mayor inmediatez posible, conseguir dinero, poder, reconocimiento, salud o calidad de vida. Es por ello que resulta grato dedicar un tiempo para hablar de algunas rara avis, personas cuya trayectoria vital ha sido paradigmática. Ejemplos a seguir, bien por remar contra corriente, por sensibilizarse con lo ajeno, o por trabajar para la comunidad de forma continuada y desinteresada.

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La casa de P. García ha sido suya, pero también de todo el barrio. A ella entran todos los que quieren tomar algo y conversar. Le fascina el recuerdo compartido, de cuando Macayo era conocido por su miel de palma, por sus cargamentos de mimbre,  habla del proceso para la obtención de la fibra de lino mientras avanza lentamente hacia el cuarto de adentro y vuelve para desplegar varios paños preciosos de su quehacer juvenil.

- ¿Miel de Palma?........ desde luego como la de aquí ninguna, …fíjate que los primeros guaraperos que fueron a enseñar esto a la península fueron de Macayo. Sí, sí, en Jerez, en Alicante o en Las Palmas estuvieron Rosendo Barroso, Rafael Cordero, José Herrera, Jesús Gutierrez, Antonio Clemente, bueno tú sabes que de eso hay escritos en periódicos (cierto).

Vistió decenas de novias en Vallehermoso, Las Hayas, Valle Gran Rey, Hermigua, Los Aceviños. Ella siempre se las ha ingeniado para, en silencio, participar por construir lo colectivo. Hablo del lagar comunal de Macayo, de las obras de teatro en las que los vecinos encarnaban diferentes personajes y que se representaban en la casa de las hermanas Práxedes y Marcela de los bailes en casa Avelino o Domitila Clemente,  del centro social de Macayo, donde hoy en día se citan un puñado de vecinos resilientes, de abrir su casa para tostar grano, hornear panes y dulces o para preparar la subida a la ermita del Carmen (al objeto de dar gracias a la Virgen y cumplir la promesa del barrio por mantenerlos alejados de la histórica epidemia de gripe española de los años veinte del pasado siglo). Sobra decir que nunca cobró nada.

- Hola hombre!!, ¿Cómo estás?, esbozaba sonrisa y solía mirarte fugazmente, pero de forma intensa y a la cara. Cuando venía de La Laguna no dejaba de entrar a su tienda, porque hablar con él era para mí un reto, se trataba de pasar una especie de reválida de madurez. G. Morales ha sido mucho para el pueblo, cualquiera lo puede decir. Siempre con ganas de hacer algo, de organizar, de liderar causas perdidas (su breve paso por la alcaldía lo viene a refrendar), de ser útil.

Polifacético y generoso. Lo atestigua su liderazgo en actividades como las alfombras del Corpus, los escenarios de las fiestas lustrales o  el club de la tercera edad, etc. Más allá de todo ello ha estado su capacidad para tratar con aquellas personas que acudían a su comercio o con los que compartía café en el Bar Amaya. Hablar para entender, hablar para empatizar, hablar para resolver.

C. Correa ha vivido pegada a dos barrancos, solamente ahí. Toda su vida orbitando alrededor del universo de Garabato y El Ingenio, algo que nadie se puede imaginar al disfrutar de su conversación amena y culta. Aprendió de sus padres a ser noble y a enseñar a sus hijos a serlo. Pacientemente cuidó, hasta última hora, de su madre. Creo que fue muy feliz con su marido al que mimó y no ha olvidado ni un ápice. Una mujer que ha entendido la vecindad como un servicio público. Ayudar en cualquier faena agrícola, visitar a los que lo necesitan para dibujarles con optimismo un escenario sin acritud ni rencor, para con las palabras justas poner en su sitio a tirios y troyanos. Encandila la sencillez y fuerza de su cotidianeidad.

De verdad que no es preciso acudir a la tele o a los comics para descubrir héroes y heroínas. El devenir diario nos los muestra sin aditivos, desnudos, cercanos y humanos. Son referencias de vida, arquitectos de lo común, de lo cual esto es solamente breve capítulo.