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viernes, 19 de abril de 2024 07:25h.

Se hace camino al desandar

"El debate del Estado de la nación ha sido estéril, vacío y alejado de las preocupaciones reales de la población. Alguien que pase el día escuchando los problemas de los vecinos, como es mi caso, sabe muy bien qué es lo que de verdad les mantiene el alma en un puño"

En estos días han ocurrido dos hechos tristes: el cincuentenario de la muerte del poeta Antonio Machado y el debate del Estado de la nación. La discusión de los políticos en el Congreso de los Diputados trae a la memoria los versos inmortales del escritor andaluz pero a la inversa.

En el futuro, tal y como nos deja el país el Partido Popular (PP), para hacer camino estamos condenados a desandar. Y es que han sido tales los despropósitos del PP en estos dos años que tardaremos mucho en volver a recobrar derechos de los que hemos sido despojados. La conclusión que sacó el PSOE del debate va en ese sentido: una vez que volvamos al poder -lo que sin duda ocurrirá más pronto que tarde- nos veremos en la obligación de derogar prácticamente todo lo que se ha legislado durante este tiempo.

Pese a que el panorama es desalentador no se debe perder la esperanza. Es posible reconstruir sobre las ruinas como se ha demostrado en múltiples ocasiones a lo largo de la historia. Si cuando salimos de una dictadura y nos enfrentamos a un país hecho pedazos conseguimos arrancar derechos y aprobar leyes de contenido social, ahora que disponemos de un sistema democrático consolidado, más posibilidades tenemos de conseguirlo. 

La lista de deberes a acometer y que lleva por título “Derogaciones”, es enorme. Por ejemplo, la reforma laboral que desprotege a los trabajadores, el sistema público de pensiones, revocar la amnistía fiscal que sólo favorece a los más poderosos y a los que quieren defraudar a Hacienda, borrar del mapa el nefasto copago.

Una palabra que ha entrado en nuestro vocabulario y que queremos encerrar definitivamente en el cajón de los olvidos. Es inacabable el número de copagos a los que nos han sometido los populares en estos años: farmacéutico, hospitalario, transporte sanitario no urgente, orotoprotésico o las tasas judiciales. Esta última es en realidad otra manifestación perversa del copago que convierte a los tribunales en un recurso sólo al alcance de los más adinerados.

 "Aplastar al más débil y favorecer al poderoso"

Lo cierto es que todo lo que se ha legislado durante estos años parece tener un nexo común: aplastar al más débil y favorecer al poderoso. Capítulo aparte merecen legislaciones absurdas como la que prohíbe acogerse al sistema sanitario si se está fuera de España durante más de noventa días.Leyes como la de la Educación, la de Seguridad Ciudadana o la del Aborto deben ser las primeras en desaparecer del mapa.

Es lógico que una fuerza política cuando llegue al poder intente hacer valer su punto de vista. Para eso han sido elegidos. Pero no tiene sentido alguno volver a legislar sobre lo ya legislado y menos aún cuando los resultados han sido positivos. De seguir en esta línea los partidos estarán condenados a emular a Penélope, el personaje sacado de la mitología griega que se había autoimpuesto la obligación de descoser por la noche lo que había cosido durante el día. Y así eternamente.

Nos enfrentamos a una sociedad en la que hemos perdido el concepto de “gratuidad” y de “universalidad” en cuestiones básicas como la educación, sanidad o servicios sociales. Resulta imposible que los ciudadanos puedan acceder a derechos que le corresponden sin tener que pagar por ello más de lo que ya desembolsan a través de sus impuestos. Ni de la sanidad, ni de la educación ni de la justicia se puede ya alegar que son prestaciones gratuitas y universales. En realidad cada vez resultan más inaccesibles para los ciudadanos y hechas tan sólo para una élite.  

Por ello, no es raro que nuestro portavoz socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba comenzar a su intervención preguntando: “¿En qué país vive usted?”, dirigiéndose al primer ministro Mariano Rajoy. Creo que el debate del Estado de la nación ha sido estéril, vacío y alejado de las preocupaciones reales de la población. Alguien que pase el día escuchando los problemas de los vecinos, como es mi caso, sabe muy bien qué es lo que de verdad les mantiene el alma en un puño, cuáles son sus angustias diarias, lo que les quita el sueño y sus necesidades. Y les puedo asegurar que no es nada de lo que se dijo en ese debate. Los partidos se dedicaron a hablar de cifras macroeconómicas de difícil o imposible traslación a nuestra realidad diaria.

 Las promesas del PP para las islas son una ristra de lugares comunes. Mejoras fiscales, un Régimen Económico y Fiscal (REF) vinculado a la creación de empleo y un escapismo acrobático a la hora de posicionarse sobre las prospecciones petrolíferas. Por ello, incluyo el debate del estado de la nación entre los hechos tristes y desafortunados de estos días. Un aviso de que a partir de ahora para hacer camino estamos condenados a desandar, en lugar de andar. Al menos durante un tiempo.