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jueves, 18 de abril de 2024 15:41h.

De vuelta...

Después de un largo período sin acudir a la cita semanal con la opinión de  GomeraActualidad, (creo recordar que desde mayo de este año), vuelvo a escribir en este periodo más bien aciago, en el que un problema de salud me alejo de la columna de opinión que me brinda este medio. 

Recordaran mis queridos lectores que a finales del año pasado, la vida social, política y económica española, ya tenía síntomas preocupantes. Síntomas que no han hecho mas que agravarse y empeorar lo que ya de por sí era manifiestamente mejorable. Después de mi artículo escrito para las navidades pasadas y titulado “¡Feliz Sanchidad! y otras consideraciones como la sentencia del TJUE”, ni la situación española, ni la europea ha mejorado. Antes bien, por aquellas fechas aún no se había declarado la pandemia china, ni ésta nos había asolado como lo ha hecho.

Nada bueno cabía esperarse de un año que comenzó con la pandemia y con la indeseable visita de una torturadora genocida internacional conocida en Venezuela por Delcy la fea, a quien también agasajó en territorio español el aún ministro Ábalos, en vez de ordenar detenerla nada más pisar territorio español, hecho este sobre el que también escribimos y que ha venido a reconocer la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.

Eso sí, para después de enmendarle la plana al juez de primera instancia que negaba la evidencia de haber pisado territorio español, dejarle ir de rositas, sin condenarle ni por prevaricación, ni por omisión del deber de perseguir delitos. Le deja impune porque se trata de un acto “político” de la Unión Europea, es decir que el alto tribunal se declara incompetente para conocer de las violaciones de las decisiones de Política Exterior y de Seguridad Común, (PESC). ¿Y entonces para que sirve el tribunal? ¿Para cuasi absolver a los miembros y socios golpistas del gobierno, que dieron un golpe de estado por ensoñación?. 


Sí uno no creyese en la independencia de la justicia diríase que “político” es el nombramiento de jueces como Marchena y quienes le acompañan en la Sala de lo Venal, perdón quise decir de lo Penal, del Tribunal Supremo.

Pero queridos lectores, prefiero a la vuelta de esta ausencia obligada por motivos de salud, no estropearme la misma haciéndome mala sangre o mala tinta. Escojo ser optimista, aunque no tengamos muchos motivos para serlo. Prefiero pensar que al final de este año oscuro y después de mas de un millón y medio de muertos a nivel mundial, al menos ya tenemos vacuna, o mejor dicho vacunas, y que como se decía en la película “Salvar al soldado Ryan”, cada uno de nosotros podemos hacer “que todo este sacrificio merezca la pena”.

Que desgraciadamente no podemos devolver la vida a los que se fueron arrastrados por la enfermedad, pero si hacer que no la pierdan más seres humanos, y que no está de más que humildemente reconozcamos nuestra fragilidad, y a partir de ahí, sepamos ayudar, reconfortar y curar a los enfermos, y cuando digo curar tengo muy presente que la mejor sanación, es aquella que no necesita de paliativos, es decir la prevención. 

Ahora que se acercan fechas de reencontrarnos con compañeros de trabajo, amigos y familiares no podemos bajar la guardia. Hemos de prevenir, para evitar tener que curar. Hemos de extremar la precaución y seguir las recomendaciones de los sanitarios. Estos vienen advirtiendo de una tercera ola para mediados de enero de dos mil veintiuno, cuya etiología puede estar precisamente en las reuniones multitudinarias o simplemente demasiado numerosas de las celebraciones navideñas.

Por eso, más que nunca en estas fechas en que la nostalgia nos hace recordar a los que ya se han ido, y no necesariamente a causa del virus, el mejor homenaje a los difuntos que podemos hacer es preservar la vida y la salud, respetando a nuestro prójimo y haciendo que éste nos respete a nosotros, absteniéndonos de conductas imprudentes y jugando con la salud de los demás y la nuestra propia. Es hora de alegrarnos con el reencuentro con familiares  y allegados, pero no de que la euforia nos haga perder el norte y la “chispa” sea el preludio del siniestro. 

Hablando de norte, desearía también en otro orden de cosas que esas lluvias que han visitado La Palma y el norte de Tenerife, se dejen caer también por La Gomera y simplemente porque necesitamos el agua, porque necesitamos vivir. Volver a tener una tierra fértil y floreciente, sólo puede ser una buena forma de acabar bien, lo que empezó hace mucho tiempo con un abandono improductivo, que estamos a tiempo de revertir y mejorar en hábitos saludables y por supuesto en bienestar.

Por último una reflexión al hilo de la celebración: Hoy, se celebra el cuadragésimo segundo aniversario de la aprobación por referéndum de la Constitución Española de 1978. Quizá no esté de moda defender esta, pero rompo una lanza por ella. No es perfecta, como todas, es mejorable, pero lo principal es que nos ha dado un
marco de convivencia dentro de un Estado de Derecho, y lo principal en un Estado de Derecho es que las Leyes se cumplan, y sí la Constitución como Ley de leyes no se cumple es porque hay intereses, incluso en quienes han llegado al poder y a las instituciones gracias a ella, en destruirla. Nuestro deber es preservarla y mejorarla.