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jueves, 25 de abril de 2024 00:00h.

Democracia con bacaladera

PEDRO ROMERO (1)

Los españoles de más de cuarenta recordaran la famosa bacaladera que se usaba antiguamente para los pagos con tarjeta visa.

Se trataba de una especie de imprenta deslizante que se pasaba sobre la tarjeta, consiguiendo que los números en relieve quedaran impresos en papel autocopiativo, ésos eran finalmente los recibos de pago de la operación, nada de internet.

El empresario tenía después que llevar al banco los papeles  donde se comprobaba la autenticidad del pago. El proceso era lento y tedioso. Con el tiempo llegaron las tecnologías de la información para revolucionarlo todo y ,a pesar de los miedos iniciales, los usuarios pronto se apuntaron eufóricos a las operaciones bancarias on-line, de tal modo que ahora mismo es posible incluso  pagar el taxi con el móvil.

Digo todo esto porque, llegados a este punto, me gustaría que el lector reflexionara sobre el enorme contraste entre la velocidad vertiginosa con que las innovaciones telemáticas se  incorporaron al mundo del dinero frente a la casi parálisis de su aplicación en cuanto a la elaboración de instrumentos para acercar la democracia on-line al ciudadano. En ese aspecto, podemos decir que nuestra democracia todavía funciona con bacaladera, limitando la participación de la gente a una operación de maquillaje político que consiste en citarlos en las urnas cada cuatro años para que luego los políticos electos hagan y deshagan a su antojo sin tener en cuenta los intereses de la gente de a pie, y es que ,como decía Aznar cuando nos metió en la guerra del Golfo y la calle hervía en protestas y manifestaciones , “Ustedes me han votado”.

En este sentido resultan de gran interés los procesos políticos generados en Cataluña y Canarias a favor de la organización de sendos referéndums ciudadanos abriendo una caja de Pandora hasta ahora prohibida en la patética  democracia moderna. Ambos gobiernos autonómicos se han apuntado a demócratas radicales movidos por el interés electoral e intentando atizar el conflicto contra el Gobierno Central para encontrar el filón de votos que esto podría representar. Se olvidan estos demócratas de que han desenfundado una espada de doble filo.

El Gobierno Central no se cansa de repetir que los referéndums son ilegales, y el Constitucional los ha paralizado al admitir a trámite las demandas de Rajoy y su equipo. Si se trata de actos ilegales está claro que no debemos  que actuar fuera de la legalidad, aunque la solución sería fácil: cambiemos la ley que mantiene una mordaza sobre los deseos del ciudadano.
El teatrillo de esta democracia de vodevil que se nos ofreció tras la transición,  y que ha aguantado a duras penas hasta nuestros días, hace hoy aguas por todas partes. Consumido por la carcoma de la corrupción y el nepotismo, el edificio de esta supuesta democracia ha de desmoronarse antes o después, de sus escombros surgirá una verdadera democracia en la que los ciudadanos tengan verdadero poder de decisión. Las manipulaciones de Artur Mas y de Paulino Rivero contribuirán a la larga a conseguirlo.

Centrándonos en Canarias, la coherencia de un Presidente como Paulino Rivero, que ahora se dice ecologista, pasaría por anular el catálogo de especies protegidas que aprobó deliberadamente para permitir la construcción del puerto de Granadilla fulminando de un plumazo la protección de cientos de especies que ya estaban protegidas nivel nacional. Cabe recordar que contra esta infraestructura portuaria se manifestaron en 2009 decenas de miles de personas y que el propio Parlamento canario rechazó debatir una iniciativa legislativa firmada por 54.000 ciudadanos, que planteaba proteger esa zona del litoral tinerfeño.

A este respecto , Paulino Rivero ha declarado recientemente que “Todos los asuntos son diferentes, porque no es igual un proyecto imprescindible para el desarrollo económico de Canarias como el puerto de Granadilla que un proyecto que pone en riesgo toda nuestra economía, como los sondeos”
¿No perciben en él la voz del Califa?: El puerto de Granadilla es imprescindible, según su propio criterio, y por eso la decisión de construir o no, no debe ser sometida a la decisión de la ciudadanía. El argumento es el mismo que el Gobierno Central usa para defender a capa y espada las explotaciones petrolíferas.

La caja de Pandora ha quedado abierta de una vez por todas. El referéndum inicialmente previsto para el próximo día 23 incluría una novedad: los ciudadanos podrián votar on-line. Quedaría así demostrado que la tecnología no está reñida con la participación democrática, que podríamos ya dejar atrás la democracia en bacaladera.¿Se imaginan  que todos los ciudadanos de este país pudieran haber hecho efectivo su voto para sacar adelante el proyecto de ley presentado por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH),liderada por Ada Colau, y que pedía el fin de los abusos bancarios? Se trataba de una Iniciativa Legislativa Popular avalada por 500000 firmas.

¿Creen que si nuestra voz hubiera sido oída de verdad, la ley que aprobó el parlamento hubiera sido tan desnatada y favorable a los bancos?. 

Cuando las tecnologías de la información sustenten de verdad a la participación democrática, habremos llegado al fin de la corrupción, de los favores políticos y de las leyes que pisotean los derechos ciudadanos  a favor de abusivos intereses empresariales
Desde Podemos se están haciendo varios experimentos con herramientas on-line de toma de decisiones. Muchos de ellos han sido exitosos, como el uso de appgree en una asamblea ciudadana a nivel nacional, donde se puido poner de acuerdo en breves minutos a 4000 personas haciendo propuestas concretas.

Lo que ahora queremos es  una participación que no se limite a opinar, sino también, y sobre todo, a formular las preguntas y a contestarlas colectivamente, a controlar de abajo arriba. Queremos una dirección que mande obedeciendo, que camine preguntando, que porte la voz de la gente. Queremos pluralidad hacia dentro y también hacia fuera, porque necesitamos a todo el mundo para construir Podemos. Porque, en última instancia, nuestro objetivo no es Podemos ni ganar las elecciones, sino cambiar el país y recuperar la democracia aquí y ahora.

 Pedro Romero, miembro del GdT de Comunicación de PODEMOS Gran Canaria