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jueves, 25 de abril de 2024 17:15h.

Diccionario para el hombre no alineado: vago exigente

 En estas benditas tierras tenemos una costumbre muy arraigada y terrible de creer que siempre es el otro el que se equivoca. 

Por Christian Douglas.-Tal como se comentó en la anterior edición, la naturaleza de este espacio se transformará de una columna de denuncia/información a una de presentación de alternativas viables/contrastadas y posibles. Se abordará un problema y se ofrecerá una solución a aplicar. Las utopías irrealizables y filosóficas serán como siempre campo para la ciencia ficción.

El primer escollo/ problema grave a resolver sera uno que va a molestarnos a todos pero será precisamente por ello que debe de ser abordado de inmediato y de manera pragmática y con una hoja de ruta clara para su resolución.

En estas benditas tierras tenemos una costumbre muy arraigada y terrible de creer que siempre es el otro el que se equivoca.  

 

Nuestro ego colectivo ha pensado durante siglos que son solo nuestros gobernantes, jefes y/o responsables de toda índole quienes deben responder por todo el estropicio general.

Y… yo me pregunto… ¿quién los ha llevado a esa posición de privilegio? ¿Quién ha votado durante décadas basados en criterios tan suicidas como el voto útil? ¿Por qué dejamos que sean elementos tan mediocres y/o deshonestos los que estén en los mandos de nuestra política, nuestra economía, nuestro sistema sindical, empresarial? ¿Y por qué no hay otros a simple vista capaces de sustituirles de manera eficaz? ¿No serán reflejo de una sociedad? Una sociedad que sigue defendiendo tópicos e imaginarios colectivos tan perversos, rastreros y asquerosos como el del pícaro. ¿Por que no le llamamos por su nombre? ¡¡¡Ladrón!!! ¡No es un listo, ni un visionario, ni un salva patrias! ¡¡¡Es un ladrón!!!!

¿Cómo es posible que personajes del calado de Mario Conde, Ruiz Mateos, Jesús Gil, hayan tenido la total caradura de presentarse a unas elecciones y haber sacado un buen puñado de votos y hasta gobernado durante años? Una gran parte de nuestra sociedad está profundamente enferma, es ignorante del todo o una combinación de las dos anteriores.

Con el paso de las generaciones y de acumular toneladas de basura intelectual, social y política hemos dejado que la bola crezca de una manera tan espectacular que una vez que estalló nos inundó a todos de mierda. Y lo peor de todo no es eso, aun hay un nutrido grupo que solo se quedan en la pataleta infantil de la barra del bar, el café del trabajo o la charleta de la cola del paro.

La indignación y el cabreo no sirve de nada si no se canaliza. Es mas, es la situación perfecta para que el que está al mando siga haciendo de las suyas mientras nos entretenemos en solamente señalar con el dedo. Durante décadas hemos adoptado la postura del vago exigente. Una figura terrible para un país: millones de individuos que no actúan sino se dedican a criticar al que lo hace, y lo hace manipulando y justificando su cobardía y comodidad.

¿Qué propongo entonces? Quiero que hagáis una lista de 10 elementos que estén profundamente mal en nuestra sociedad, vuestro barrio, vuestro puesto de trabajo, vuestra familia. Y quiero que os preguntéis profundamente qué podéis hacer para resolverlo. Si la respuesta es nada, es hora de crear o asociarse a otras personas que piensen y actúen para forzar un cambio real, sea en el ámbito que sea. Dedíquele tiempo y si es posible dinero. Solo quejándonos jamás cambiaremos nuestro entorno. Y cada vez que escuchéis, eso no vale para nada, deja de perder tu tiempo, es precisamente cuando sabréis que estáis en el buen camino.

Eso sí, os advierto que os costará y en muchos casos seréis atacados, os vencerá el cansancio o agotamiento mental alguna batalla, pero la satisfacción del trabajo bien hecho y por una buena causa para el colectivo, siempre será superior al desaliento.