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viernes, 19 de abril de 2024 15:47h.

Valle Gran Rey no olvida

Silencio y lágrimas se apoderarán de Valle Gran Rey durante cada doce de agosto. Lo contrario sería el alzeimer.
Silencio y lágrimas se apoderarán de Valle Gran Rey durante cada doce de agosto. Lo contrario sería el alzeimer.

Silencio y lágrimas se apoderarán de Valle Gran Rey durante cada doce de agosto. Lo contrario sería el alzeimer.

Erasmo Chinea Correa.-No debe. Valle Gran Rey no puede permitirse el lujo de dejar en el olvido lo que hace un año vivió porque un pueblo que no tiene memoria, pierde lo que se le ha ido legando en herencia. Valle Gran Rey no puede olvidarse de sus raíces. Y es que de unas raíces quemadas volvimos a construir Valle Gran Rey.

Recordar proviene del latín re (de nuevo) y cordis (corazón): “volver a pasar por el corazón”. Estamos obligados a detenernos y reflexionar sobre la importancia de nuestro vínculo con el pasado. Recordar para mantener vivos a nuestros antepasados, de volver significativo para la experiencia personal nuestro patrimonio cultural, así como para tomar mayor conciencia de quiénes somos.

Algo de nosotros se quemó un doce de agosto cuando, por una negligencia catatónica, alguien decidió aplicarnos la pena capital –quizá podría decirse también “pena de la capital”-. Sea como fuere, algo murió un doce de agosto. Pero también algo nació: la palabra. Esa eterna olvidada, tantas veces silenciada, decidió liberarse para recuperar su papel. Y es que algunos quemaron nuestro pueblo pero, nadie podrá quemarnos la palabra.

Durante este año se han sucedido diversas manifestaciones en relación con el incendio que nos quiso destruir. Hemos escuchado el “pío, pío que yo no he sido” de boca de esos mal llamados representantes públicos en infinidad de ocasiones. Habrá alguno que, posiblemente, se haya tomado esto como un mero juego macabro. Otros han puesto todo su empeño en que perdamos la memoria. Pero la mayoría se olvidaron ya de Valle Gran Rey. Sin embargo, Valle Gran Rey no se olvida de ellos, de sus palabras, de sus actuaciones, de sus “que por la noche refresca”, de la bajada de nivel, de los cuantiosos intentos de manipulación política… No. Lo cierto es que Valle Gran Rey no va a olvidar con tanta facilidad.

El que un movimiento social surgido a partir del incendio convoque una concentración y lo que trascienda de la misma se limite a la cantidad de asistentes según qué medios de comunicación, no es la noticia. La noticia reside en la fuerza de las convicciones. La noticia es que, durante la pasada noche, mientras retumbaban en Guadá las campanas de San Antonio, Valle Gran Rey seguía en luto velando al muerto que después renaciera de las cenizas. Anoche en San Antonio se recordaron viviendas, animales, pajares, cuartos de aperos pero, especialmente, se recordaron recuerdos. Y desde el silencio, anoche ese pueblo sollozó por esos recuerdos que jamás volverán. No obstante, también se lloró por esos eternos recuerdos que nunca se quieren tener: por el ruido ensordecedor de un barranco de fuego que aumentaba su caudal por momentos. Silencio y lágrimas se apoderarán de Valle Gran Rey durante cada doce de agosto. Lo contrario sería el alzeimer.

Valle Gran Rey se resiste a ser “memoria de una piedra sepultada entre ortigas” como diría Cernuda. Y es que recordando la fatídica noche del doce de agosto, se repitieron las palabras de César Vallejo: “hoy me gusta la vida mucho menos pero me gusta vivir”. Hoy, un año después, habrá alguno que quiera olvidar. Aún así, olvidando, Valle Gran Rey puede afirmar aquello que decía Benedetti: “el olvido está lleno de memoria y la memoria está llena de olvido”. Pero Valle Gran Rey no olvida. Así se desvela de los versos del romance de Faride Cruz “silba gomero con brío pa que no caiga en olvido”.

Al comienzo del artículo hablaba de la importancia de volver a ser raíces porque un pueblo sin raíces es una tierra carente de memoria y de futuro. Por eso hay que creer en el mañana con verdadera fe porque Valle Gran Rey sigue estando vivo; porque mientras no hay olvido, hay esperanza.