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viernes, 19 de abril de 2024 07:25h.

Portentoso prodigio

 Un primordial recurso natural, para el buen turismo venezolano: ¡Esa  Catarata monumental..

Un primordial recurso natural,
para el buen turismo venezolano

¡Esa  Catarata monumental

 que, un elegido ÁNGEL, supo encontrar,
 planeando el “Flamingo” de su aeroplano!

 ¡Con las nubes sobre un monte,
 por los siglos desterrado,
 se elevó como un sinsonte,
 que se encontrara enjaulado
 y, en el último recodo,
 con destellos de granito,
 divisó extraño horizonte,
 quedándose  embelesado,
 ante el pasmoso infinito!

Misterioso personaje,
amante de la hermosura.
¡Se merece este homenaje
porque, con poco equipaje,
conquistó la inmensa altura!

Solitario aventurero, 
de las colinas, decoro.
¡En las nubes, prisionero, 
fue el fascinante primero, 
en descubrir tal tesoro!

Si la belleza se admira,
por ser un Don celestial,
¡cómo la vista se inclina,
ante la espesa cortina
del profundo manantial!

 

Nacemos con la señal,

impresa por el Destino.
¡Es precinto personal 
que, a cada cual, hace especial,
a lo largo del camino!

Muchos, alcanzan la Gloria,
con genial facilidad.
¡Otros, no dejan su historia,
ni siquiera en la memoria,
de la simple realidad!

Este hombre singular, 
de ocultados sentimientos, 
tan alto llegó a volar
que, ya le tendrán que nombrar,
hasta el final de los tiempos.

Es un regalo divino,
para esta tierra amada.
¡El rugir de un torbellino,
distinguido con el sino,
de una embrujada cascada!


¡Arco iris de colores
que, cual líquidos diamantes,
sirve de baño a las flores
y, entre místicos amores,
desfallecen delirantes!

Como perdurable llama
que penetra en lo insondable,
la Historia, ya se proclama,
para darle justa fama
a esta reliquia admirable.

Jaime Ángel: hoy, aquí, te saludamos
y, en Gomeractualidad, presente,
tu formidable hazaña alabamos
porque, más que, admirados quedamos,
ante tremendo salto  imponente.

   
 El salto Ángel tiene 999 metros de caída  libre de agua, en el mágico y deslumbrante espacio de la inverosímil selva de Canaíma.

Jaime Ángel, al igual que otros martirizados conquistadores de nuevas rutas, no recibió recompensa alguna por su extraordinario descubrimiento.
¡Sólo tuvo la prestigiosa satisfacción de dar su nombre a la catarata más alta del mundo!