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sábado, 20 de abril de 2024 13:10h.

Rechacemos la euro estafa

    En relación con  la próxima cita electoral europea parece apropiado hacer algunas consideraciones, para salirle al paso a las manipulaciones y medias verdades a las que se está sometiendo la opinión pública canaria.

    Lo primero que debe aclararse es  que la abstención o no participación en las votaciones es una opción perfectamente legítima ante estas Elecciones, tal como lo reconoce la propia Junta Electoral Central, que en su jurisprudencia siempre ha interpretado el artículo 50.1 de la LOREG prohibiendo que las instituciones públicas puedan fomentar la participación en los procesos electorales, mediante campañas financiadas con fondos públicos, ya que los ciudadanos tienen derecho a no ir a votar si así lo creyeran oportuno.

    En la UE no existe la separación de poderes. Como demócratas que somos es nuestra obligación denunciar cualquier perversión de los principios en que se basa la democracia, siendo el más importante de éstos el de la separación de poderes, legislativo, ejecutivo y judicial, compendiado por Montesquieu a partir de los sistemas políticos más avanzados desde la Antigüedad,  en su obra 'Del espíritu de las leyes', base del Estado de derecho moderno.

    En el entramado jurídico político de la Unión Europea (UE) no existe tal separación de poderes, pues desde su fundación sólo se asignó al Parlemento una función consultiva, que fue disfrazada a partir del Tratado de Maastricht  (1992) bajo el eufemismo de la 'co decisión', supuestamente compartida con el Consejo, para los procedimientos legislativos ordinarios. Pero atribuir poderes legisladores al Parlamento es demasiado pretencioso, cuando es el Consejo quien realmente tiene la facultad de aprobar o rechazar finalmente los reglamentos, directivas y decisiones propuestas por la Comisión Europea.

    Y no digamos nada respecto a los procedimientos legislativos especiales, como la Política de Competencia, Exterior y de Seguridad común, en los que sólo juega un papel explícitamente consultivo, y ni siquiera se le consulta en lo relacionado con la Política Comercial común, que tanto afecta a nuestro desarrollo económico.

    Suele destacarse como función importante del Europarlamento la aprobación de los Presupuestos de la UE, a propuesta de la Comisión, pero en realidad se trata también de un procedimiento de 'co decisión' con el Consejo Europeo, que tiene la última palabra en dicha materia. ¿O es que puede ocurrírsele a alguien que el Presupuesto de la UE puede aplicarse sin el acuerdo de los Jefes de Estado europeos?. Una cosa es pedirle opinión al europarlamento y otra es someterse a su mandato por imperativo legal, como ocurre en cualquier democracia.

    Respecto a las funciones de control de otras instituciones, propias de cualquier parlamento democrático, se limitan a “la obligación de intercambiar información” con el Consejo, Consejo Europeo, Tribunal de Cuentas y Banco Central Europeo, y la elección del Presidente de la Comisión
y nombramiento de Comisarios, no de forma exclusiva, sino también conjuntamente con el Consejo, con la posibilidad de censurar a la Comisión, pero necesitando el difícilmente alcanzable voto favorable de los 2/3 de todos los eurodiputados, mientras cualquier parlamento requeriría sólo la mayoría simple.

    En el Parlamento europeo se decide muy poco. Pese a la propaganda electoralista sobre la importancia de estar presentes dónde se supone se toman las decisiones que nos afectan, sus funciones disfrazadas de co decisorias, son realmente sólo consultivas en la práctica, al reservarse el Consejo la aprobación final de las leyes, como órgano ejecutivo y legislativo a la vez, burlando el principio sagrado de separación de poderes.  Algo evidente además en los acuerdos internacionales, en los que sólo se requiere al Parlamento  su visto bueno por mayoría simple y particularmente en la adhesión de nuevos Estados miembros o Acuerdos de Asociación y Comerciales con Países Terceros. Sin embargo, la adhesión de nuevos Estados miembros exige finalmente la unanimidad del Consejo Europeo, sin tener en cuenta el voto del europarlamento.

    El Parlamento es en la práctica un órgano decorativo que practica un permanente simulacro legislador, cuya existencia es un despilfarro innecesario mientras sean el Consejo y Consejo Europeo, los que realmente aprueban los reglamentos, directivas y decisiones, propuestas por la Comisión, que actúa como verdadero Poder Ejecutivo a la sombra, sin control parlamentario alguno,  adoptando el 80% de la legislación aplicable en los Estados miembros, que se limitan a leer y aplicar las normas publicadas en el Diario Oficial de la UE. Una monumental euro estafa antidemocrática, que suele reconocerse oficialmente con el benévolo calificativo del “déficit democrático europeo”.

    Tal como declarara recientemente Luciano Canfora, prestigioso historiador italiano, (El País, 26.04.2014): “El Parlamento Europeo que elegiremos en mayo es un seminario universitario, no tiene ningún poder real, solo aquel de crear una clase de parásitos muy bien pagados, preciosísimos para el sistema, porque sirven para hacer ver que existe un Parlamento y que   Europa no es completamente antidemocrática. Por eso les pagan tanto. Porque uno compra una persona si le da 10.000 euros al mes”.
    Efectivamente, la UE invierte mucho en mantener este franquestein político con 751 parlamentarios y unos 6.000 funcionarios y asesores, repartidos entre  sus dos sedes de Estrasburgo y Bruselas. Unos1.750 millones de euros al año, de los que los europarlamentarios se embolsan más de 90. Sirva como ejemplo de su condición de casta privilegiada su negativa a viajar en clase turista en vuelos inferiores a 4 horas,  tras moción presentada en abril de 2011, para que dejaran de viajar en primera clase. Negativa a la que se sumaron los eurodiputados López Aguilar (PSOE) y Mato (PP), que vuelven a pedirnos el voto en esta Elecciones para seguir 'sacrificándose' por nosotros.

    ¿Desafección o decencia democrática?. De las previsiones demoscópicas para esta campaña destaca un nivel de abstención superior al 60% y la fuerte irrupción de la extrema derecha euro escéptica, cuando no claramente anti europea, en varios países como Reino Unido, Holanda, Francia, Finlandia, Austria, etc... La evolución sociológica del voto y la abstención caminan hacía un menor peso de las instituciones europeas, hacia menos Europa en definitiva y una renacionalización de los Estados miembros.

    Consecuencia lógica de la percepción generalizada de que se ha desarrollado y consolidado un fortísimo poder supranacional, una oligarquía fundada sobre los intereses de grandes grupos financieros, que son el verdadero poder, no electivo, de carácter tecnocrático y financiero que tiene en los organismos europeos los instrumentos para gobernar toda la comunidad, dando a un país más importante que los demás, Alemania, el papel de dictar las reglas. El sur de Europa se desliza hacia la exclusión social y el desmantelamiento del estado del bienestar, mientras comprueba que la UE no es un club de asistencia mutua, sino el imperio del más fuerte.
    
    Mientras, a nivel canario, sólo un candidato nacido en las Islas podrá sentarse en el próximo europarlamento, gracias a que uno de los partidos sistémicos españoles lo colocó en lugares de

salida, ya que las candidaturas son oblgatoriamente de ámbito electoral estatal. Pero según nuestro porcentaje poblacional con la UE nos corresponderían al menos 3 europarlamenatarios. No contabilizamos como nuestro, por supuesto, al madrileño ex árbitro de tenis enchufado primero en el Cabildo de La Palma por su hermanísima dirigente del otro partido sistémico español y que para nuestra vergüenza llegaron a ponerlo de Presidente del Parlamento de Canarias, antes de mandarlo al Parlamento Europeo.

        Con este desolador panorama y teniendo en cuenta la inutilidad del Parlamento fantasma europeo, no es de extrañar que se presagien tan altos niveles de abstención, no ya por desafección a la UE, sino por realismo y hasta por decencia democrática..

    A fin de cuentas, esta euro estafa también la hemos sufrido directamente en Canarias desde que nos prometieron la salvación de nuestros sectores productivos agrarios, pesqueros e industriales, a cambio de renunciar a nuestros fueros históricos y franquicias, comprobando dos décadas después que los defensores de nuestra plena integración en la UE y el estatus RUP sólo pueden exhibir como trofeo, junto a la ruina de los sectores productivos, el pendón platanero, que se ha mantenido a duras penas gracias a que se ha beneficiado de las mismas preferencias otorgadas a las ex colonias de Francia y Reino Unido (ACP), frente a las multinacionales del área dólar centro y sur americanas.

    El balance del último cambio de modelo con Europa podría resumirse en una integración a la fuerza que nos desintegra economica, cultural  y socialmente. Sirva como muestra su rechazo a aceptar nuestra secular denominación de miel de palma, para el guarapo guisado de La Gomera. Parece lógico concluir, sin pecar de anti europeos, que si nuestra idiosincracia no cabe en la UE, nuestros votos tampoco.

    Creemos en otra forma de relación de Canarias con la UE, de igual a igual, con respeto de nuestra cultura y derechos nacionales. Con fórmulas de asociación que nos permitan desarrollar un modelo económico ajustado a nuestras potencialidades y fortalezas. Hay otros territorios no europeos, pertenecientes incluso a Estados miembros, que lo han conseguido y nosotros no queremos ser menos que nadie.

    El 25 de mayo por la noche estaremos en nuestra Isla de La Gomera brindando con un buen gomerón, mezcla de miel de palma y aguardiente, por el rechazo mayoritario de las canarias y canarios a la euro estafa que pretenden perpetuar y justificar con nuestros votos. Quizá sea la única forma, no votarles, que les haga caer en la cuenta de que este archipiélago atlántico, el más cercano al Continente africano, exige más atención y respeto.