“Nunca he entendido muy bien esa mala fama que tenemos los docentes. No sé de dónde sale, cómo se alimenta y por qué consigue impregnar a una sociedad en la que sus dirigentes, esclavos del voto a toda costa, recogen ese sentimiento y lo explotan para garantizar la poltrona echando a los profesores a los leones. Fíjense, si no, en las estúpidas reformas educativas que han hecho todos los gobiernos allanando el camino de lo fácil y demonizando el esfuerzo como un Dios menor que debe ser aniquilado. Y es que, al parecer, un puñado de votos vale más que el criterio de una generación bien formada. Y así nos va.”