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jueves, 28 de marzo de 2024 00:00h.
Opiniones

Carmen Fagundo: ejemplo de lucha, superación y solidaridad

Hace falta mucho aguante, tenacidad, empeño y también sacrificios para afrontar las dificultades y poder salir airoso. Lo saben bien las miles de familias de La Gomera y de toda Canarias, al igual que todas las que hay en nuestro país pasando por dificultades económicas como consecuencia de lo que ya nadie duda en calificar como la peor crisis que hemos padecido en varias décadas.

Hace falta mucho aguante, tenacidad, empeño y también sacrificios para afrontar las dificultades y poder salir airoso. Lo saben bien las miles de familias de La Gomera y de toda Canarias, al igual que todas las que hay en nuestro país pasando por dificultades económicas como consecuencia de lo que ya nadie duda en calificar como la peor crisis que hemos padecido en varias décadas.

Hubo, sin embargo, otros tiempos difíciles, en los que escaseaba de todo y la gente se enfrentaba a las carencias y suplían las adversidades con mucho trabajo e ingenio. Años que ya pasaron, de ahí que muchos, especialmente las nuevas generaciones, ya no se acuerden. Son épocas, sin embargo, que debemos tener presentes para darnos cuenta de que también estos momentos tan complicados pasarán y llegarán nuevos aires de recuperación y progreso.

Es muy necesaria, por no decir imprescindible, el respaldo y la colaboración de las administraciones públicas. Vaya, en consecuencia, por delante la voluntad y el tesón del Cabildo de La Gomera en la defensa de los derechos y el bienestar de la Isla, pero hoy, más que nunca, es también importante que recordemos a ejemplos de lucha, superación y solidaridad que con toda seguridad tenemos muy cerca.

Son muchas las personas que han sabido ponerle buena cara a los malos días, como hizo durante nada menos que 104 años Carmen Fagundo Mora, la partera de Agulo. Ya Ricardo García Luis le dedicó un capítulo en su libro “Crónica de vencidos de Canarias”, que lleva un título bastante revelador: “La vida que se revela”, cinco palabras muy certeras que vienen a resumir el hecho de que prácticamente todos los habitantes de Agulo mayores de 40 años nacieron con su ayuda.

“La vida que se revela” alude también al carácter fuerte y la defensa de la justicia que practicó durante toda su vida la partera de Agulo, una mujer que vivió la II República y que fue perseguida por el régimen franquista; una madre que tuvo muchos hijos y que se vio obligada a trabajar duro para sacarlos adelante sola. Su marido se había ido a Venezuela, como tantos paisanos nuestros, con intención de labrarse una vida mejor.

Numerosas vecinas y vecinos del Norte de La Gomera pueden dar fe de que ella estaba disponible las 24 horas del día; siempre dispuesta a atender cualquier llamada de ayuda, y siempre animando a los jóvenes a estudiar, “a cultivar la cabeza y el corazón, para que formaran un solo cuerpo”, como dicen quiénes la conocieron.

Cuentan también los que la conocieron de cerca que, pese a que vivió más de un centenario y fueron muchos los niños y las niñas que ayudó a traer al mundo se acordaba perfectamente de todos los partos que atendió y le contaba detalles de su nacimiento a cada uno de ellos.

Su personalidad entrañable la convirtió en una persona muy querida y muy respetada en nuestra Isla. Admirada por un pueblo que le rindió varios homenajes en vida, pues también ha sido una de las personas que más tiempo ha vivido en Agulo, y sobre la que nunca hubo en público una mala palabra.

Todo o casi todo lo que gira en torno a Carmen Fagundo Mora son sentimientos de cariño y admiración, pues admirable es en verdad que, pese a los contratiempos que tuvo que superar, no perdió la ilusión y la esperanza. Más bien al contrario.

Era una persona que leía mucho y confiaba en el futuro; una mujer de la que se comentan cosas tan curiosas como que nunca comió nada congelado. A ella le gustaba más comprar su pescado salado y guisarlo justo antes de empezar a comer. Fue y es, sin ningún tipo de dudas, una gran ciudadana, que contribuyó con mucho a construir la sociedad que la rodeó y que, sobre todo, no se dejó vencer por la fatalidad.

Hagamos ahora lo mismo; fijémonos en aquellos que han sabido salir adelante, seamos solidarios y llenémonos de la fuerza necesaria para que podamos aguantar y recuperar cuanto antes la calidad de vida y las perspectivas de futuro a las que aspiramos.