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viernes, 19 de abril de 2024 13:00h.
Opiniones

La hipocresía: Un arte Social.

Hace poco el presidente de Mercadona, Juan Roig, decía que en España ni trabajamos lo suficiente ni tenemos productividad suficiente y ponía como ejemplo el de los bazares chinos que nos inundan. Bazares atendidos por gente dispuesta a quedarse 24 horas al pie del cañón si hiciera falta.

Hace poco el presidente de Mercadona, Juan Roig, decía que en España ni trabajamos lo suficiente ni tenemos productividad suficiente y ponía como ejemplo el de los bazares chinos que nos inundan. Bazares atendidos por gente dispuesta a quedarse 24 horas al pie del cañón si hiciera falta. ¿Qué han de hacer los asalariados del Primer Mundo en estos tiempos? ¿Ofrecerse a cobrar 1 euro por hora trabajada? Las palabras del señor Roig, que presume de tener una plantilla de casi cien mil empleados y todos con contrato fijo, provocan más de una polémica. ¿Trabajaríamos los españoles por el nivel salarial que tienen los chinos? ¿Renunciaríamos a las conquistas sociales que tanto esfuerzo y tanta presión social costaron: convenios colectivos, vacaciones pagadas, seguridad social, jubilación, derecho de huelga?

Para ampliar este debate, vienen a la actualidad los informes recientes de las condiciones laborables en el estado de Tamil Nadu, al sur de la India, donde niñas y adolescentes trabajan sin contrato, privadas de libertad, en condiciones insalubres durante más de 72 horas a la semana y por un salario de 0,88 euros al día, del que solo podrán disponer cuando hayan trascurrido de tres a cinco años y que servirá para pagar su dote matrimonial. Se sabe que grandes firmas internacionales utilizan los productos así elaborados, y entre ellas Inditex (propietaria de Zara), El Corte Inglés y Cortefiel, tal como revela una ONG holandesa y otra ONG de la India. Ademásfiguran en esa lista negra Marks&Spencer, H&M, Diesel, C&A, Tommy Hilfiger, Timberland, etc. Es decir, el cogollito del negocio de la ropa y los complementos en las tiendas de todo el mundo.

El informe relata el reclutamiento de adolescentes entre los 14 y los 20 años. La gran mayoría pertenece a la casta más baja de la India, considerada “impura” y dedicada a tareas marginales: limpiadoras, lavanderas, artesanos callejeros. La obligatoriedad de que las chicas paguen una dote al casarse fue prohibido por ley en 1961 pero sigue siendo una práctica habitual en las zonas más pobres de la India. El hecho de casarse es contemplado como una posibilidad para abandonar la miseria, y en esas condiciones tan lamentables la oferta de un salario y tres comidas al día es un argumento más que válido para que el reclutamiento de estas infelices sea un éxito para sus patronos occidentales.

Ya se ve que la hipocresía es un arte social en el que los occidentales obtendríamos cum laude por la historia de rapiñas que hemos ejercido y seguimos ejerciendo con tal sabiduría.