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viernes, 19 de abril de 2024 05:17h.

“Las Cuatro Estaciones”

GELI PARA OPINION
"No es lo mismo ser cuidador a los treinta años que a los sesenta, setenta y ochenta, obviamente no tenemos ni las mismas fuerzas ni la salud en la mayoría de los casos nos acompaña. Pero tenemos que seguir como podemos, y nadie nos echa en cuenta..."

En mi cita quincenal con los lectores de Gomera Actualidad, hoy escribo sobre Las Cuatro Estaciones y no me refiero al concierto para violín de Antonio Vivaldi
Aunque tienen similitud con las del compositor, porque cada concierto está dedicado a la primavera, verano, otoño e invierno, mis cuatro estaciones, son lo cotidiano, lo de andar por casa, lo que pasa desapercibido precisamente por ser la rutina de todos los días y no nos damos cuenta  que nuestra vida es un pasar de una estación a otra como pescadilla que se muerde la cola.

Cada estación tiene su encanto y su porqué; se asemeja mucho a las flores, nacen, crecen, se reproducen y mueren.
Y así nos sucede a nosotros en cada estación particular y nuestras vivencias personales.

La primavera es ese “primer verdor” todo florece y los colores adquieren otra tonalidad más llamativa y alegre.
Así nos sucede a nosotros, estamos con mejor ánimo, más motivados, con ilusiones. Somos esos niños que tienen ganas de aprender, despreocupados, felices…Estamos floreciendo, es nuestra primavera…

El verano es “la calidez” días largos, noches cortas, vacaciones, viajes. Somos esos jóvenes con ganas de comerse el mundo, idealistas, justos, enamorados, con proyectos a largo o medio plazo…Estamos creciendo, es nuestro verano…

El otoño es “la caída de la hoja” comienza el proceso de renovación. Somos esos adultos ya no tan idealistas, que vemos injusticias un día sí y otro también, quizás con muchas decepciones, tal vez ya no tan enamorados, o tal vez con ilusiones nuevas, con proyectos inminentes porque la vida apremia…Estamos en el otoño de nuestras vidas.

El invierno es “el frio” días cortos, anochece más temprano y amanece más tarde. Somos mayores y ya poco esperamos de la vida, hemos sufrido, luchado, cargamos desilusiones, enfermedades, muchas veces la soledad es nuestra compañera de viaje…Estamos listos para partir, es nuestro último invierno.  
Hasta aquí llega nuestro concierto de las cuatro estaciones para personas comunes y corrientes. Es ley de vida y así se debe asumir; pero estas cuatro estaciones son mucho más complicadas para las madres y padres que tenemos hijos/as con DC.

Para nosotros la primavera y el verano (niñez y juventud) ha sido (salvo excepciones) como las de las demás personas, la cosa se complica cuando estamos en el otoño y en el invierno (mayores y muy mayores) dicho de otra manera…listos para iniciar el viaje sin retorno. 
El otoño y el invierno son lo peor para nosotros y nuestros hijos, y así estamos muchas madres y padres que tenemos  hijos ya adultos, pero dependientes a los que hay que seguir cuidando cuando nosotros mismos ya estamos para que nos cuiden.

No es lo mismo ser cuidador a los treinta años que a los sesenta, setenta y ochenta, obviamente no tenemos ni las mismas fuerzas ni la salud en la mayoría de los casos nos acompaña. Pero tenemos que seguir como podemos, y nadie nos echa en cuenta, ya he dicho más de una vez que nosotras (aquí me refiero a las madres porque somos, salvo excepciones las principales cuidadoras) desempeñamos una labor en la cual estamos ahorrando mucho dinero al Estado, viendo lo que cobran en las residencias por cada usuario que tienen, bien podían destinar ese dinero para las que estamos a tiempo completo al cuidado de nuestros hijos. No hay que olvidar que las personas con discapacidad no es solo un problema familiar, es también un problema social, aunque niegan la mayor y miran para otro lado.

Hay familias cuidando a hijos sin tener apenas para comer, cuando eso sucede lo primero que hacen es quitarles la custodia a los padres. Lo lógico sería que ese dinero que cobran por cada usuario en las residencias lo destinaran a esos padres que quieren a sus hijos pero a veces no tienen que darles de comer. Aunque parezca exagerada, esa realidad la viven muchísimas familias.

Retomando el hilo: El invierno es lo más triste para nosotros al ver que se nos acaba el tiempo y tenemos que dejar a nuestros hijos a su suerte.
Viendo la Discafobia y el Edadismo que campa a sus anchas ante la pasividad de todos, porque ningún político se despeina ante tanto odio que invade nuestro día a día, me pregunto… ¿No les importa lo más mínimo el bienestar de las personas más vulnerables, acaso como no somos productivos somos el saco de boxeo donde golpear para descargar la adrenalina? 
¿Qué nos espera, morir abandonados igual que han muerto tantos mayores en Madrid sin recibir asistencia médica cuando la pandemia, porque se guiaban por su triaje nazi, para decir quien debía vivir o morir? 

Quiero pensar que no todos son iguales pero los hechos son los que me sacaran de dudas.
No se les olvide que para todos les va llegar el otoño y el invierno a sus vidas, aunque lo vean lejano está a la vuelta de la esquina.
Señores políticos, las madres y padres que ya estamos en la recta final del otoño y entramos en el invierno como tramo final de nuestro viaje por este mundo tan falto de valores, empatía y humanidad  no pedimos migajas ni caridad, exigimos nuestros derecho a tener calidad de vida para nuestros hijos y nosotros mismos.