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viernes, 19 de abril de 2024 07:25h.

Debilidad mental

El auténtico índice de este preámbulo escrito de hoy,  estimados Amigos de GOMERAACTUALIDAD, no es otro que este, sencillamente, el más correcto y acertado: La ingratitud.

Allá, por el año 1.942, -(¡ya ha llovido bastante desde entonces!), descendía un servidor por el clásico y bien conocido,“PIE RISCO”, ubicado en la isla de El Hierro, que, entre sofocantes transpiraciones, amenas chácharas y corporales  fatigas, directamente, nos conducía hasta el inconmensurable VALLE, DE EL GOLFO, adorable rinconcito isleño de mis esenciales juveniles remembranzas.

Transitaba, en la familiar y placentera compañía de un apuesto joven capitán, que no cesaba de detallarme las interesantes vivencias acaecidas a todo lo ancho y largo de su íntegro período militar, con inusitadas anécdotas de asombrosas vivencias íntimas.

Un empedrado extenso camino, plenamente modulado entre resbaladizas curvas, algún que otro viejo duraznero escondido, marchitado peral  o abatidas castañas rodantes, amén de los impresionantes rebotes efectuados por alguno que otro  atrevido y enorme lagarto, benéfico ancestral morador de aquellos abruptos parajes, nos impulsaba hacia el resuelto descenso, cabalmente ansiosos por llegar cuanto antes al emplazado y pródigo “MIRADOR DE JINAMA”

Enclavados, sin más, ante esa soberana maravilla de la Madre Naturaleza, comenzamos a lanzar gritos, en vez de los tan prestigiosos silbidos gomeros de ustedes, por ser nuestro más práctico, sencillo o rústico correo canoro, que en resonante eco, iba devolviendo nuestros apasionados vocablos, anunciando ya la más cercana de las eficaces apariciones

Él, a sus considerados padres, HERMINIA y JULIO, a la espigadísima tía EVANGELINA. Un servidor, a los queridos abuelos, DOLORES, RAMÓN,  así como a los jóvenes tíos, MERCEDES y RODOLFO.

¡Conmovedores instantes afectuosos aquellos, impregnados de irreprimibles emociones excitantes, sin posibles parangones!

De todo esto, la insalvable Máquina del Tiempo, legítimamente, por ser habitual  Ley de Vida, radicalmente  hambrienta, sin permisible enmienda,  ha sido la fatal devoradora de una larga y humana pléyade de transcurridos años.

Aquel lozano, capitán llegó a ser un destacado comandante, solicitado Profesor-Instructor Académico, y soberbio escritor, hasta alcanzar la obligatoria meta que determinaba  la reposada situación del forzoso retiro.

¡Sólo Dios, sabe a fondo  y conoce al dedillo, cuántos paisanos nuestros, recibieron de su desmedida generosidad y profusa humanidad, singulares y beneficiosos favores, al ser llamados para incorporarse a filas!

Se trataba de mi admirado primo, JOSÉ AYALA ZAMORA.

Persona culta en donde las hubiera, durante toda su vida, jamás dejó de ejercitar la rica y desbordante savia de su selecta pluma, empleándola, casi a diario, en los más trascendentales Periódicos provinciales.

Reiterado colaborador de “EL DÍA”, de “LA TARDE” y de otras importantes firmas distribuidoras, sus artículos, llegaron a muchísimos  hogares, traspasando con deleite profusas fronteras, siendo siempre recibidos con incontenible ansiedad  y excesivo interés.

Amplísima crónicas, todas ellas, emanadas de la propia alma y  corazón, con históricas fechas, poseyendo un dilatado y excitante archivo con ingente galería de vetustas fotos y fieles testimonios, sus preferidos argumentos, a todas luces, insistentemente fueron para únicamente tratar los más oportunos e interesantes temas sobre la bendita tierra que le viera nacer.

Acérrimo seguidor de  su homólogo colega militar, Don DACIO VICTORIANO PADRÓN, el insigne  autor principal sobre la más fidedigna “HISTORIA DE EL HIERRO” hasta la fecha impresa, se preocupó sobremanera por recopilar todos sus más interesantes rasgos biográficos, procurando imitarle, de perseguir sus destacados pasos en el comprometido laberinto de la llamada Literatura

Sus múltiples comentarios, gratos apuntes, renovadas opiniones y certeros  glosas, los realizó, no por recibir alguna ambiciosa recompensa monetaria, ni por amor la presumida fama del embustero Arte, sino por el palpable e inmenso amor que hacia su amado terruño sentía, al que, a cada renglón y seguido, constantemente, en cualquier determinado sitio, punto o apartado lugar, animosamente, ponía hondamente de manifiesto.

Muchas de todas estas cosas que hasta aquí hemos mencionado y, algunas otras más, mientras él pisaba la tierra, tuve el arresto u osadía de revelar a través  de varias advertencias escritas y disertaciones orales, instando a nuestras muy dignas Autoridades de aquella época, para que le tuviesen en cuenta y, en su honor, le tributaran algún sencillo Homenaje, incluso, haber sido elegido como un  benemérito HIJO PREDILECTO y... ¡hasta el que su nombre, figurase en algunas de nuestras calles, sedientas de originarias figuras nativas!

¡En vida, le fue radicalmente imposible el haber podido disfrutar de esa  tan bien ganada satisfacción individual y, ahora, en plena efervescente LXVIII BAJADA DE LA VIREGEN DE LOS REYES, después de haber fallecido hace ya unos cuantos años, en las tarambanas  alas de unos íntegros recuerdos flotando en el viento, a nosotros y, desde aquí, sólo  nos ha quedado el correcto consuelo de habérselo  presentado a ustedes, para alabarle como bien se merecía, elogiando por todo lo alto, la humilde trayectoria de toda  su equitativa existencia!