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sábado, 27 de abril de 2024 00:01h.
Opiniones

¿Arte o ingenio?

Por Jurado del XVII Premio Literario Pedro García Cabrera: El debate se inició en el siglo XVII. En pleno barroco, Gracián publicaba su Agudeza y arte del ingenio, un tratado de retórica acerca de las modalidades expresivas más importantes: lenguaje llano frente a lenguaje difícil, el concepto frente a la metáfora. Góngora y Quevedo comenzaron la discusión.

El cordobés centrado en la agudeza, en el ingenio, en una sintaxis compleja rodeada de metáforas. El segundo, el madrileño, encargado de asociar palabras e ideas,  metiendo un mundo en un pequeño vocablo al que llamaba arte. La lucha, Gracián la compara de la siguiente manera: si Quevedo hablara del “sol”, Góngora se centraría en la “luz”, porque ambos son, a su vez, inseparables aunque discordantes. Así las cosas, si los grandes maestros del barroco mantuvieron agrias discusiones sobre dos formas de entender la poesía, ¿un jurado literario no puede declarar ganadoras a ambas tendencias?

Lo cierto es que en el siglo XX, la tajante separación del lingüista danés Louis Hjelmslev entre el plano de la expresión y el plano del contenido también se refleja en la Literatura. La semántica y la gramática son esas amigas literarias con las que el poeta juega sin darse cuenta. Y así, semejantes ciencias se enredan de metáforas o se encierran en un vocablo. Para nosotros tanto “arte” como “ingenio” son dos caras de una misma moneda llamada poesía.

¿Quién podría elegir entre el Cántico de Guillén o La voz a ti debida de Salinas? ¿Cómo optar por Eternidades de Juan Ramón dejando a un lado las Rimas de Bécquer? ¿Poesía pura o estilización de lo popular? ¿Ingenio o estética del sentimiento? ¿Surrealismo o poesía social? Lo cierto es que son formas distintas de entender la poesía aunque complementarias. Del intimismo a la estética. Ese ha sido el constante movimiento artístico en la poesía española.

El último fallo en la XVII edición del Concurso Literario Pedro García Cabrera, organizado por el IES San Sebastián de La Gomera para estudiantes de toda Canarias, podría abrir la eterna porfía poética. Ante dos trabajos igual de brillantes, ¿por cuál inclinarse? ¿por el arte o por el ingenio? Si un trabajo hace más hincapié en la forma, en la continua metáfora con una amalgama simbólica propia de las vanguardias, mientras que otro refleja una poesía arromanzada, de carácter tradicional, entroncada con el intimismo, ¿cuál escoger? Lo realizado por Omara García y por Raúl Mengíbar queda, según el Jurado, en empate técnico. Decisión salomónica que quizá alguno pueda juzgar de manera malintencionada.

Hace algunos años, cuando comenzara el premio literario, la crítica despiadada consistía en afirmar que los alumnos gomeros no recibían la máxima distinción porque si el premiado era de las islas capitalinas, el certamen recibía mayor realce. Un absurdo porque se sabe, de antemano, que el carácter anónimo del autor está más que justificado. Hoy, que dos gomeros obtienen el primer premio, podría tacharse de injusta la decisión de dividir el galardón. Allá cada uno. Dos formas contradictorias y, a su vez, simbióticas, de entender la literatura han quedado empatadas, como les pasó a Góngora y a Quevedo. Elegir entre arte o ingenio es un error. Dispongámonos a disfrutar de ellos, alegrándonos de la verdadera triunfadora: la palabra.