Dramático llamamiento de un Hermano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios

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Vivimos en una situación de crisis, donde muchas personas y familias lo están pasando muy mal, pero hagamos un pequeño esfuerzo por aquellos hermanos nuestros que viven en una situación de crisis permanente.

"Cuando todos nos disponíamos a comenzar nuestras vacaciones o estábamos disfrutando de ellas con nuestras familias y amigos, fuimos recibiendo noticias de la situación de nuestros hermanos, hermanas y colaboradores de los Hospitales de San Juan de Dios en Sierra Leona, y especialmente dramáticas noticias de nuestro Hospital en Monrovia (Liberia).

En estos días la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios ha estado muy presente en los Medios de Comunicación, debido al contagio y posterior fallecimiento de los tres Hermanos que formaban la comunidad de nuestro Hospital San José de Monrovia, los Hermanos Miguel, Patrick y George, y también la Hermana Chantal, Misionera de la Inmaculada Concepción.

Otras dos hermanas, que también trabajaban en el Hospital han dado resultado positivo al test del Ébola y en estos momentos se encuentran convalecientes.

No solo los hermanos y hermanas se han contagiado tratando y cuidando a los enfermos de Ébola, algunos de los colaboradores (médicos, enfermeras, trabajadora social, auxiliares de enfermería, técnicos de laboratorio, etc…) de nuestro Hospital se han infectado y han fallecido.

Y cada día sigue muriendo mucha gente anónima que no son noticia en los medios de comunicación social.

Personalmente, he vivido en Monrovia y he trabajado en ese Hospital durante 14 años, conocía a todos los hermanos y hermanas, compartiendo con algunos de ellos trabajo, ilusiones, oración y sufrimientos durante los años de guerra civil que asoló el país. Me llegan noticias del fallecimiento de trabajadores del Hospital a los que conocía, muertes a las que pongo cara, nombres e historias personales y familiares compartidas.

La historia de la Orden Hospitalaria a lo largo de los siglos está llena de nombres de Hermanos que han dado su vida atendiendo a los enfermos en las epidemias, pestes, guerras y catástrofes.

Hoy a esa cadena de la historia de la Hospitalidad se suman nuestros hermanos y colaboradores de Monrovia, los cuales con sus vidas nos han demostrado que Juan de Dios sigue vivo. Un verdadero testimonio para cada uno de nosotros de entrega, solidaridad, compromiso y
dedicación hasta el final.

Todos conocemos, a través de la enorme difusión en los distintos medios de comunicación, las consecuencias que la epidemia del Ébola está teniendo en la población de los países afectados, ya de por si faltos de recursos sanitarios para cuidar a los enfermos y proteger a los profesionales de la salud. Colegios, universidad, ministerios, tiendas, Hospitales y Centros de Salud cerrados, salida del país de muchos profesionales sanitarios, y un largo etcétera que hace que se esté viviendo una situación caótica de miedo, incertidumbre y muerte.

La Epidemia no está controlada todavía, pero no nos podemos rendir ante el Ébola. La Orden Hospitalaria, a través de la Fundación Juan Ciudad ONGD, está tratando de organizar un equipo de hermanos y colaboradores sanitarios, que con medidas de protección y recursos suficientes pueda desplazarse a Liberia para reabrir el Hospital y atender a los enfermos.

Personas a las que no les importa poner en peligro sus vidas para ayudar a los pobres y necesitados. Confiamos en que tras la muerte de nuestros hermanos, hermana y colaboradores, nuestro esfuerzo se dirija y vuelque en ayudar a los países que están sufriendo esta epidemia, y como Familia Hospitalaria colaboremos con los recursos necesarios para ayudar a nuestro Hospital de Sierra Leona a mantenerse abierto, y que el Hospital de Monrovia pueda reabrir sus puertas en estos momentos de tanta necesidad.

Vivimos en una situación de crisis, donde muchas personas y familias lo están pasando muy mal, pero hagamos un pequeño esfuerzo por aquellos hermanos nuestros que viven en una situación de crisis permanente. Todos podemos colaborar: hermanos, trabajadores, voluntarios, bienhechores, cada uno de los Centros y Comunidades... Concienciémonos y movilicémonos en la medida que podamos, a todo nuestro entorno para obtener recursos económicos y materiales a fin de ayudar a los pacientes que sufren por esta epidemia. Este será el mejor homenaje a estos hermanos y hermanas nuestros que dieron su vida en la Misión.

Confiando en la generosidad de cada uno de vosotros, que San Juan de Dios y San Juan Grande, el cual murió como consecuencia de una epidemia en Jerez, sean nuestros modelos de entrega sin límites y sin condiciones en nuestra Misión de Hospitalidad, con un corazón sin fronteras.

Tenemos presente en nuestras oraciones a todos nuestros hermanos y hermanas fallecidos como consecuencia de esta epidemia, y también a sus familiares en estos momentos de dolor.

Que el Dios de la Vida plena, nos de la fortaleza y esperanza, en un mundo más justo y solidario."

​Hermano ​José Aº Soria Craus