El Primero de Mayo y el distanciamiento del PP

 La política brutal de recortes del Partido Popular (PP) empeñado en desmontar bloque a bloque la muralla de derechos sociales que durante décadas construimos los progresistas para proteger a los más débiles

Llevamos demasiados años con la sensación de que celebrar la Fiesta del 1 de Mayo dedicada a los trabajadores se ha convertido en una especie de triste ironía. Parece que no hay nada que festejar sino más bien todo lo contrario. Pero precisamente ahora más que nunca este Día debe servinos para darnos ánimos y apretar el acelerador hacia la esperanza.

El panorama desde luego resulta desalentador. Los ciudadanos estamos perdidos en una vorágine de datos en los que el paro sube pero los parados bajan y viceversa o al revés. La macroeconomía va en sentido inverso al dinero que los ciudadanos tienen sus bolsillos. Algunos hablan de recuperación casi milagrosa cuando a nuestro alrededor parece que nada ha cambiado o incluso las cosas van a peor.

Y en medio de este confuso panorama llega una nueva celebración del Día del Trabajador. Los socialistas debemos reivindicar esta jornada. Por muy difíciles que sean los tiempos siempre debe quedar un lugar para recordar la importancia que los trabajadores y el trabajo tienen para la sociedad. El paro, esa nefasta palabra que utilizamos demasiadas veces, es asunto de conversación diaria, de informaciones periodísticas y ocupa el primer lugar en las preocupaciones de los ciudadanos.

Trabajo significa dignidad, sentirse útil para la sociedad y para los más cercanos, liberarse de tener que recurrir a las políticas sociales y permitir que éstas puedan ser utilizadas por el siguiente en la fila. No tener trabajo es todo lo contrario. Implica que la vida deja de tener un propósito, nos sentimos inútiles y nos consideramos una carga para los demás. Por eso el paro ha desbancado al terrorismo o a la inseguridad ciudadana en los primeros puestos de las preocupaciones de la sociedad española.

Si a todo ello le unimos el distanciamiento y la política brutal de recortes del Partido Popular (PP) empeñado en desmontar bloque a bloque la muralla de derechos sociales que durante décadas construimos los progresistas para proteger a los más débiles, el panorama dista mucho de ser el más apropiado para una celebración. Hoy no sólo hay más personas sin trabajo sino que encima están más desprotegidas que nunca.

A pesar de todo ello insisto; debemos celebrar con más fuerza que nunca el Día del Trabajador. Una fiesta que se instauró para recordar a los sindicalistas de Chicago que en 1886 fueron masacrados por reivindicar jornadas laborales de 8 horas. Ironías crueles de la vida aún hoy no son demasiados los trabajadores que pueden asegurar que ese es el tiempo que permanecen cada día en su puesto de trabajo.

Parece que todo está en nuestra contra: recortes indiscriminados y brutales del PP sobre las clases más desfavorecidas, niveles inauditos de paro, sobresaturación de datos para confundir a los ciudadanos, -se lanza por aquí un poco de optimismo y por allí otro poco de pesimismo-, da la impresión de que estamos inmersos en una lucha social que pese a los años y el esfuerzo desplegado no parece avanzar... Pero si le damos la vuelta a esos argumentos entonces encontraremos la esencia del Día del Trabajo que siempre ha tenido más de reivindicación que de fiesta. Por ello, debemos utilizar este día para exigir que se derogue esa reforma laboral draconiana, pedir igualdad laboral entre hombres y mujeres o que se ejecuten auténticas políticas dirigidas a los más desfavorecidos. Ahí sí que podremos encontrar la auténtica razón para celebrar este año con más intensidad que nunca el Día del Trabajador.