En homenaje a la Lucha Canaria en La Gomera

El lunes la luchada institucional será un mero empaque. Se harán discursos y notas de prensa refiriendo los apoyos y la necesidad de rescatarla. Pero, nos tememos, una vez acabada recogerán el tatami y nuestro deporte no volverá a pisar nuestra Isla. Es lo que han hecho estos últimos 30 años.

Este lunes se va a celebrar, con motivo del Día de Canarias, la luchada institucional en Valle Gran Rey. Es probable que participen luchadores de todas las islas salvo, curiosamente, bregadores originarios de la isla que ejerce de anfitriona, La Gomera. Cabría preguntarse por qué no se requiere en este caso que también se plasme aquellos de la triple paridad entre los luchadores.

La respuesta es bien sencilla, y tal como pasa con muchas otras cuestiones, en La Gomera nos hemos quedado solo en la fase de la ceremonia, de la representación, sin ningún contenido real.
Restaurantes en miradores sin comensales, quesería sin leche, audillón sin deportistas, centro de visitante sin turistas, puerto sin barcos, cochinera sin cochinos, piscinas para la talasoterapia sin pacientes, parque marítimo sin bañistas, casa para los artesanos sin trabajadores manuales, casa de la miel sin apicultores, luchadas sin luchadores, …. no es nada nuevo.

Y no podemos volver a culpar a la insularidad, la lejanía, el que no hayamos terminado de lograr que la Lucha Canaria cuaje en nuestra Isla. La dejadez institucional y la falta de implicación social han sido los principales motivos que han posibilitado esa nula presencia de nuestro deporte vernáculo.

Frente a la idea generalizada de que en La Gomera nunca hubo lucha el devenir histórico parece desmentir tal afirmación. La primera referencia a la Lucha Canaria moderna en nuestra isla es un artículo publicado en la década de los 40 del pasado siglo por Emilio Rivero. Señalaba que hasta 1888 los gomeros en sus fiestas y “romerías” celebraban luchadas.

A partir de esa fecha comenzó su primer declinar. Destacaba la presencia de una serie de luchadores como Vicente Bencomo, Pedro Álvarez y Antonio Trujillo en Hermigua, no le quedaban a la zaga los buenos bregadores de Agulo representados por Antonio Nieto, José Cordero y Antonio García “Perero”. Fue en los municipios del norte donde más arraigo, pero también quedó en el recuerdo los enfrentamientos entre Alajeró y Chipude, donde los hermanos “Misioneros” se enfrentaban en luchas épicas al “Gato” y el “Gorila”, significativos apodos que nos permiten intuir sus formas de bregar.

A lo largo del siglo XX la Lucha entra en un periodo de estancamiento. Solo subsistió gracias a encuentros aislados. Los testimonios orales recogidos nos recuerdan las luchadas que tenían lugar en la playa de San Sebastián a la llegada de los correíllos desde El Hierro. En otros municipios y con motivo de alguna fiesta podían revivirse aquellos choques, acaecidos en el siglo pasado, que perduraban en el recuerdo. Salvo esos encuentros circunstanciales, la realidad es que nuestro deporte vernáculo no terminó de arraigar.

Fue en la década de los 80 del siglo pasado cuando, gracias a un gran esfuerzo proveniente del ámbito educativo y a la vera de la reivindicación de nuestra propia identidad como canarios, comenzó un lento renacer. La encomiable labor de Purificación “Puri” en Agulo, de José Antonio Dorta en los colegios de San Sebastián, de Vicente Plasencia en Vallehermoso y el paso por la isla de Benigno Machín en el año 1984 fueron todo un acicate. Labor continua y altruista con los más pequeños que en la siguiente década tendría sus resultados.  

Así en la temporada 1992-1993 se celebra en La Gomera la primera liga y copa insular donde participan cuatro equipos: Chinguarime, Mulagua-Ganguila, Agana y San Cristóbal Ipalán. Muy poco se ha valorado el trabajo loable, constante y desinteresado de Miguel Chico y Javier Vera como organizadores de aquella liga. Otros quisieron colgarse las medallas.

Parecía que la lucha podía consolidarse en la isla, la labor de los años 80 comenzaba a tener sus frutos.  No se estaba exentos de problemas, dificultades con las fichas, con las instalaciones para la práctica. A título anecdótico se tuvo que celebrar alguna luchada con los faros de los coches ante la inexistencia en el terrero de focos.  Y a pesar de todos los pesares, en algunos encuentros llegaron a asistir como público más de 300 personas. Directivos implicados, preocupados y entusiastas como el ya fallecido Liberato Álvarez o Enrique Arteaga. Y sobre todo muchos luchadores y buenos, sería muy prolijo nombrarlos a todos, pero a sabiendas de que dejaremos a muchos en el tintero, recordamos a Mingo Correa, Manuel González, Benito Morales, Vicente Santos, Tomás Pérez, Fernando Chinea, Mariano Hernández, Jonás Herrera, y otros tantos.

El trabajo se estaba haciendo apropiadamente. En los juegos escolares de 1994 los cadetes gomeros dieron la sorpresa venciendo a una isla de tradición luchística como El Hierro por 25 a 11 en la modalidad 6 contra 6. La prensa especializada se hizo eco de tal hecho: “La Gomera hace historia” titulaban y aseveraban sobre “el progreso evidenciado” y el “buen trabajo”. Culminaba uno de los artículos con la siguiente profecía “la lucha en la isla colombina tiene futuro y por consiguiente necesita apoyo”.

Cadetes destacables: la técnica exquisita de Zebenzui Herrera, Cristóbal Padrón con su indefendible cogida de corva, José M. Marichal y sus agachadillas, los desvíos y toques por dentro de Alejandro Rodríguez, las poderosas burras de J. Ramón García, las diferentes contras de los hermanos José I. y Miguel A. Darias y las caderas impecables de José Castilla. La mayoría pasarían a integrar el juvenil Unión Gomera que realizó una aceptable labor en la temporada 1995-1996.

La lucha no fue solo cosa de hombres y también jóvenes gomeras se fajaron en el terrero. Entre otras Iballa Cabello y Carmen Mendoza, que incluso llegaron a participar en un encuentro de Lucha femenina en Tenerife.

Pero no hubo futuro y comenzó un nuevo declinar. La demolición del terrero de Vallehermoso, la persistencia de otros recintos sin arena donde se luchaba prácticamente sobre el propio cemento, la falta de estructuras organizadas en los equipos, la poca predisposición y el desinterés de los responsables públicos que seguían sin creer en aquello de la Lucha y la falta de planificación a largo plazo significaron su herida de muerte justo en el momento en que se había hecho lo más difícil: su despuntar.  

Son muchos lo que se remangaron los calzones en aquellos momentos, testimonio de que si hubo un momento para la Lucha Canaria en La Gomera. Sus nombres, y no están todos ni todas, atestiguan aquel renacer.

El lunes la luchada institucional será un mero empaque. Se harán discursos y notas de prensa refiriendo los apoyos y la necesidad de rescatarla. Pero, nos tememos, una vez acabada recogerán el tatami y nuestro deporte no volverá a pisar nuestra Isla. Es lo que han hecho estos últimos 30 años.
 
 
Rubén Martínez Carmona (Consejero por Sí se puede en el Cabildo de La Gomera)