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jueves, 09 de mayo de 2024 00:00h.

Incendio de La Gomera (versos desde Arure) Antonio Luis de San Pedro.

Llanto Gomero Foto de David Guanche
Llanto Gomero Foto de David Guanche

Décimas sobre el incendio de 2012 que afectó a la Gomera, escritas  por Antonio Luis de San Pedro, nieto para más señas, del poeta Antonio Niebla

Los principios de un ‘poeta’.-
 

Doy las gracias de antemano
por estos versos ‘profanos’
que me atrevo a proferir.
A nadie quisiera herir
y, si acaso sucediera,
espero benevolencia
porque soy nuevo en el tema
y pido su deferencia.
 

La aptitud ante la vida
es vivirla cada día
con ánimo y alegría,
y evocar las travesías
como experiencias vividas.
Aprender de las heridas
y aceptarlas bendecidas,
no haciéndolas repetidas.
 

No hay sentido en juzgar,
lo que importa es caminar;
aunque se puede observar
los años que han transcurridos
desde que el bosque ha nacido
hasta la hora en que escribo:
¡Un reducto milenario
de la era del terciario!
 

Las gentes de medianías,
en su amplia mayoría,
respetan su laurisilva
y por ella dan la vida.
La simbiosis mantenida,
entre todos concebida,
es la verdad entendida
para que el monte perviva.
 

Hombres, plantas y animales
viviendo en armonía,
en perfecta sintonía
y en ecosistemas tales
que nos lo trajo a hoy en día.
Por la interacción que había
el monte casi no ardía
porque de él se dependía.
 

Mucho tiempo no ha pasado
que del monte se ha sacado:
madera para el hogar,
para guisar y hornear,
‘juargazo’ para corrales,
pastos para animales…
Y en los tiempos más estrechos
hasta la harina de helechos.
 

La verdad no es entendida
cuando tanta ingeniería,
con tanta tecnología,
no eviten en tantos días
las pérdidas producidas
y que para la extinción
de tanta devastación
pasen cincuenta y dos días.
 

Hasta los setenta y tantos
del siglo que ha terminado
era la raya del monte
la que separaba el bosque
de los sitios cultivados,
llamado ahora Preparque,
lugar muy poco cuidado
y el espacio que más arde.
 

Con todo el monte jaral
es complicado evitar
que algo se llegue a quemar
y el fuego pueda parar.
Me es difícil olvidar
la eficacia demostrada
y espero no pase nada
que se vuelva a lamentar.
 

El Parque se ha de limpiar
para hacerlo monte hueco,
que la luz baje del techo
y la lluvia horizontal
lo pueda todo impregnar
desde el ramaje hasta el suelo,
sin que haya impedimento
por tanto monte jaral.
 

Todo ese monte jaral
se debería aclarar
de modo que el árbol crezca
y a su vez se robustezca.
El Jardín, La Charca y Jorge
son ejemplos de ese monte
que pulula por el Parque,
donde el fuego no se esparce.
 

En el bosque que apreciamos
el hombre ha puesto su mano
por más de quinientos años.
Que no se llamen a engaños:
la belleza que hoy tenemos,
toda ella se la debemos
a pueblos de medianías
y al ganado que tenían.
 

Verán lo que han de hacer
si lo quieren mantener.
Si sacan las carreteras
y crean unas barreras
entre el Preparque y el monte
o si vuelve aquel entonces
donde había sintonía
entre El Parque y Medianías.
 

Lo que les voy a versar
es mi experiencia vivida
y la vivencia sentida
que he podido conversar
con los vecinos del pueblo
y de algún otro lugar,
comentada por los medios
y la versión oficial.
 

Inicio del fuego.-
 

Aquí comienzan los hechos
que voy a narrar en versos:
Es cuatro de dos mil doce.
Agosto, tres de la tarde,
cuando apreciamos entonces
el humo de algo que arde.
Un incendio que, a la postre
casi arrasa nuestros montes.
 

Más tarde subió  un pariente
donde llaman Vega Vuelta.
Dijo que la zona ardiente
era por La Fortaleza.
Cuentan que fueron tres fuegos:
en Las Paredes primero;
luego por Apartaderos,
Los Manantiales siguieron.
 

El fuego avanza sin calma
hacia Imada y La Dama,
igual que a las partes altas.
Los evacuados primeros
en Pavón y Apartaderos.
Poco después prosiguieron
con Imada e Igualero
y en Chipude el pueblo entero.
 

La hora del error.-
 

La hora del magno error
es a las veinte del siete,
cuando un ‘sabío’ señor
dice que al día siguiente:
“¡Bastan nuestras dotaciones,
llévense los hidroaviones!”
Decisión que a los gomeros
deja a merced del fuego.
 

Grave error de quien lo hiciera.
Un daño hacia La Gomera
llevarse medios vitales
cuando el fuego está que arde.
El nivel dos se rebaja,
la situación se relaja,
mientras ya se preveía
que un fuerte calor venía.
 

El fuego se reaviva.-
 

Diez de agosto por la tarde,
siendo la una y piquito,
cuando nuevamente arde
Tajoras y Pajaritos.
El calor es infernal,
casi nada de humedad,
condiciones ideales
para que el fuego se ensañe.
 

El incendio incontrolado
alcanza el Barranco el Agua;
se desaloja El Cercado,
continuando con las Hayas.
Hay miedo por todos lados.
El pánico les embarga.
El desastre desbocado
puede llegar a sus casas.
 

Cuenta un vecino del pueblo
que una lengua de fuego
le dio un susto a los curiosos
que huyeron en desbandada
y la UME fue asediada.
Mi recuerdo más dichoso
para este grupo ‘guerrero’
que luchaba contra el fuego.
 

Meritorio destacar
la labor tan eficaz
que evitó que ardiera más,
Las Hayas en su total.
Mas no se puede aprobar
y parece ineficaz
que el fuego fuera a saltar
desde lo alto a Guadá.
 

1ª  Evacuación en Arure.-
 

El sábado día once,
cuatro de la madrugada,
se oyeron los altavoces
anunciando retirada:
“Evacuación preventiva”,
se anuncia en megafonía.
Para mí convaleciente,
la medida es sorprendente.
 

Muchos vecinos se fueron
con lo que tenían puesto.
El trasiego era intenso.
Todo el mundo en movimiento.
Ambulancias, policías,
y guardia civil corrían
sacando en apenas nada
la gente más limitada.
 

Otros, en cambio, optaban
por tomarlo con más calma:
la medida no era urgente
y admitía ser paciente.
En mi caso, me arreglé,
mi bolso lo preparé,
ordené  las medicinas
y bajé a donde las primas.
 

Allí tomamos café,
creo que más de una vez.
Estuvimos conversando
de lo que estaba pasando
o de cualquier otro asunto
al que alguno refiriera,
mientras que el resto del grupo
andaba en la carretera.
 

La Guardia Civil seguía
para abajo y para arriba,
aunque nada nos decía
sobre lo que acontecía.
Como a eso de las nueve,
al no variar la amenaza,
cada cual se fue a su casa
atentos a qué  sucede.
 

Y pocas horas después,
pasarían unas tres,
volvió a sonar el parlante
desde Cancero Morero:
“Se ordena evacuar el pueblo”,
según las autoridades.
Mi primo subió a bajar
mi bolso para marchar.
 

No sin antes preguntar
la razón de la medida
y en qué dirección migrar,
para abajo o para arriba.
Ninguna razón les dieron
a los que se la pidieron,
solamente que cumplían
órdenes que recibían.
 

En tanto me arreglaba
mi mente no se callaba
por mucho que lo intentaba,
porque yo me preguntaba:
“¿Dónde nos van a meter,
a dónde poder correr?
Pues saldremos por el mar”,
fue lo que llegué  a pensar.
 

Con esa idea presente
me sentí más relajado
teniendo de referente
el muelle con los dos barcos.
Por ello lo que más quise
fue prepararme mi bolso,
ya que por un modo u otro
terminaba en Tenerife.
 

Nuestro grupo familiar
estaba tan concurrido
que podemos encontrar
hermanos, hijos, maridos,
nietos, sobrinos y primos,
siendo veinte en su total.
Si bien nos falta contar
cuatro perros añadidos.
 

Fuimos a La Palomera
del núcleo de Borbalán,
a casa de Maribella,
como ‘cuartel general’.
Dejamos los macundales
que cada uno llevaba
y, entre todo el equipaje,
el mío, el que más pesaba.
 

Esa tarde nos pasamos
por la Casa Cultural
pues quisimos visitar
a los demás evacuados.
Saludamos, departimos
y con todos compartimos,
ya que éramos vecinos,
parientes y conocidos.
 

Allí estaban alojados
muchos de los evacuados:
Los de Arure, de Las Hayas
y el que de Guadá  bajaba.
Como quiera que eran tantos
dispusieron de otro tanto
y el Pabellón del Colegio
gozó de tal ‘privilegio’.
 

La casa de Maribella,
aunque grande, era pequeña
para tanto personal
y había que procurar
conseguir otro lugar
donde intentar descansar
y ésta fue la solución:
¡Los hombres, al Pabellón!
 

Era bastante cercano
y hasta allí nos acercamos
para reservar ‘camastro’
y para ver qué  cenamos.
Confirmamos lo primero
y en cuanto a lo demás,
que sí también nos dijeron,
debiendo de confirmar.
 

Al no decir previamente
las personas concurrentes,
el chico de la Cruz Roja
conmigo casi se enoja.
Entonces vi que Juan Luis
empezó a contribuir
para darnos la comida
a toda nuestra cuadrilla.
 

Ya la noche bien entrada
se separa el ‘pelotón’:
los hombres al Pabellón,
las mujeres a la casa.
Entiendo que en ambos sitios
se durmió más bien poquito:
en el nuestro, por ronquidos
y en la casa, los ladridos.
 

Tres de los perros citados
formaron tanta perrera
en esa parte trasera,
por no estar acostumbrados,
que Maribella ha optado
por irse a la camioneta,
por si vecinos de al lado
pasaban la noche en vela.
 

En Arure se tenía
un punto de información.
Desde allí se nos decía
del fuego y su evolución.
Manteniendo conexión
con Las Hayas, El Cercado
y Chipude al otro lado
o en cualquier otro rincón.
 

Quiero dejar mencionado
a aquellos que se quedaron
y a hurtadillas procuraron
atender todo el ganado.
En Arure y en Las Hayas
procedieron de igual forma
y sin importar la norma,
al menos les dieron agua.
 

Anécdotas que contar,
para elegir por millar,
como gente que dejaba
la ropa más adecuada
por si a escapar se llegaba,
ya que algunas contaban
que en su equipaje llevaban
más bañadores que bragas.
 

Una de las mencionadas
se bañaba por el puerto
y, mientras la vista alzaba,
vio los nubarrones negros
que por arriba asomaban
e ipso facto gritaba:
¡Ay, hermanita, hermanita,
que se quema la ropita!
 

Como otras dos hermanas
que contagiaban jarana
con bromas y carcajadas
y que a muchos encantaba.
Son múltiples los eventos
que no me atrevo a decir
por si surge el descontento,
pero que me hacen reír.
 

Es bien lógico pensar
que si bajas para el mar,
bikinis hay que llevar.
Cuando gritas atacada,
porque el fuego se acercaba,
quieres decir mucho más:
Que todo se va a quemar
y nada se va a salvar.
 

Vivíamos en estrés
en un estado alterado,
y es muy fácil entender
comportamientos variados.
Es mejor tomarlo a broma
que no vivir la congoja
y la angustia desbordada
del lunes de madrugada.
 

Domingo de tensa espera.-
 

En cuanto aclaraba el día
Maribella ya subía
por la Merca para arriba
y a Pinto se dirigía.
Sus perros la acompañaban,
le dio comida a las cabras
mientras que en Las Laderitas
su cochino desgañita.
 

El domingo fue ese día
de la ansiedad contenida,
como si se presagiara
lo que en la noche pasara.
En mi estado personal,
fueron horas de pesar
y, según pude indagar,
muchos sintieron igual.
 

Nos volvimos a pasar
por la Casa Cultural.
El ánimo estaba bajo,
además de estar cansados.
Se sentía el malestar
y la aflicción personal,
porque gente de Las Hayas
daba casas por quemadas.
 

Mi estado particular
me empezó a jugar muy mal,
al pretender encontrar
la solución personal.
Con el mucho devanar
la respuesta creí  hallar,
sin saber que dicho andar
‘Otro’ lo iba a trazar.
 

Aún con la situación,
era todo un honor,
disfrutar la exhibición
que nos daba la aviación.
Ante tal demostración,
cabe la comparación
con los eventos circenses
que tanto atrae a la gente.
 

Uno en particular
es digno de mencionar:
bajando desde lo alto,
enfilaba el barranco
y en la Casa Cultural
giraba hacia Borbalán.
Yo creo que se alcanzaba
con una buena pedrada.
 

Fue muy espectacular
la pericia del piloto
que ninguno de los otros
se le podía igualar.
Y era tan eficaz
en la labor realizada
que ocho minutos tardaba
para ir y regresar.
 

La hora del terror.-
Es la hora del terror,
noche del domingo doce,
como a eso de las once,
daba comienzo el horror.
Desde El Atajo saltó
el fuego para Guadá,
comenzando a ser verdad
lo que la gente temió.
 

Rosy y otra de mis primas
fueron las más sorprendidas.
Escucharon que decían:
“Ya el fuego saltó de arriba”.
Iban con mi tía Rosa
llevándola en volandillas,
caminando a toda prisa
para leernos la nota.
 

Rosy estaba muy nerviosa.
Empezó a recoger cosas,
entre ropa y medicinas,
porque estaba decidida
a salir como una flecha
para el muelle de Vueltas.
Intentamos serenarla
hasta saber qué  pasaba.
 

La noticia que nos daba
era de tanto calado
que fuimos a comprobarla
por si no hubiera pasado.
Luis se bajó a preguntar
en la Casa Cultural
y en segundos apenas
se llenó la carretera.
 

Los coches eran riadas,
con la gente que bajaba
escapando de las llamas;
y un consejero exhortaba:
“¡Para el muelle!”, les gritaba
y a la vez lo señalaba.
Nosotros también giramos
y a la casa regresamos.
 

En el tiempo que tardamos,
Silvia había comprobado
que la noticia era cierta.
Rosy estaba más inquieta.
Ya estaba que se marchaba
con su mamá preparada,
pero su hijo no estaba
y no se localizaba.
 

Maribella, entre tanto,
llamaba desde lo alto,
porque de arriba veían
como todo el Valle ardía.
La enorme bola de llamas
que de Arure se advertía
a todos les parecía
que la gente se abrasaba.
 

Maribella no cesaba,
una y otra vez gritaba:
“¡Vayan todos para Vueltas!
porque humo y llamaradas
se ven sentido a la Merca”.
Estaba desesperada.
Su familia peligraba
y no podía hacer nada.
 

Llamó al uno, uno, dos,
toda atacada, exclamando:
¡Manden los barcos por Dios,
que todo se está abrasando!
Y de allí le contestaron
que los barcos ya zarparon.
Por el tiempo que tardaron,
no sé de donde largaron.
 

Los vecinos aquí arriba
apenas lo resistían.
Todos familia tenían,
sin saber si estaban vivas.
Trankimazin, nolotil,
no sé cuanto más tomaban
para poder asumir
la tragedia que pasaban.
 

Todos fueron para Vueltas
mientras yo di media vuelta.
Sentía que no podría
aguantar la algarabía,
el miedo y tanto dolor.
Me regresé al Pabellón
y a la Cruz Roja entregué
mis cuidados y mi estrés.
 

A mi primo desperté
porque estaba ya durmiendo
y bajito le conté
lo que estaba sucediendo.
Algunos otros parientes
como el resto de la gente,
ya se habían acostado
y no estaban enterados.
 

Yo tranquilo me quedé
hablando con los demás
cuando a cierta hora ya
a descansar me tumbé.
Como a eso de las cinco
me despertaron los gritos.
El conductor de ambulancias
preguntaba: ¿Quién se embarca?
 

El Valle era dantesco.
Parecía el mismo infierno.
Todo el palmeral ardiendo,
los animales muriendo,
los enseres se incendiaban,
las máquinas estallaban,
muchas casas se quemaban
y bombonas explotaban.
 

Dentro del reinante caos,
la UME despavorida,
huyen para cualquier lado
buscando salvar sus vidas.
Y a los que estaban perdidos,
cuentan que algunos vecinos
los metieron en sus casas
mientras el infierno pasa.
 

Llega a mi mente el recuerdo
cuando decía mi abuelo,
combatiendo otro fuego
con los vecinos del pueblo,
que por poco se los traga:
“¡Juyan cooso que nos brama!”
Mas ese grupo que huía
sabía a dónde corría.
 

Mil historias que contar
de vecinos de Guadá:
corrían la carretera,
bajaban a La Calera,
se refugiaban en cuevas,
al Palmarejo llegaban,
mientras las llamas pasaban
por encima o a su vera.
 

Hoy les muestro mi pesar
por la situación vivida.
No puedo más que rezar
con esta oración sencilla:
“Dios y María bendita
darles lo que necesitan:
la paz y salud que pidan
con todo lo que precisan”.
 

El fuego ya no prospera
en la unión de carreteras
entre la Piedra Quebrada
y el núcleo Las Orijamas.
Siendo muchos los que opinan
que tal violencia declina
porque se encuentra de frente
un formidable oponente.
 

Era la brisa marina
que avanzaba Valle arriba,
fuerza que contrarrestaba
a ese fuego que bajaba,
por lo que el humo se alzaba
en dirección a La Merca
y abajo sólo llegaba
alguna que otra pavesa.
 

Gracias a San Salvador,
porque parece un milagro,
que todos se hayan salvado
del humo, fuego y calor.
La Virgen de La Salud,
también estuvo presente,
veló por la multitud,
guardando a toda su gente.
 

Mención al señor alcalde
y a todos los concejales,
por la situación vivida
y la impotencia sufrida.
Para tanta desazón
se requiere gran valor
y fuerza considerable
para evitar derrumbarse.
 

Cada persona, una historia
de angustia y de sufrimiento.
No es fácil sentir la gloria
en esos tristes momentos.
Maribella y Rosy estaban
separadas en distancia,
pero unidas por las ansias
de que no pasara nada.
 

Tampoco puedo olvidar
a los que estaban afuera,
sufriendo sobremanera,
con angustia y con pesar.
Los hijos y los parientes,
hermanos y demás gente,
con un drama que desgarra
tal cual Moisés nos narra.
 

Como nietos y sobrinos
del mismo grupo de primos,
que por whatsapp requerían
de su abuela y de sus tíos.
Silvia y Rosy se decían:
¡Qué contestarles, Dios mío!
estando los aludidos
plácidamente dormidos.
 

2ª  Evacuación.-
 

Me dicen que toda Vueltas
estaba de bote en bote,
esperando las navieras,
de Armas y de Fred Olsen.
Gente apelotonada,
los coches la desbordaban.
Tan rebosados estaban
que la barrera bajaban.
 

Separaban los de adentro
de los que estaban afuera,
temiendo un comportamiento
que nunca se produjera.
De Tenerife, decían,
antidisturbios llegaban.
¡A nosotros nos bastaban
La Guardia y dos policías!
 

¿Los gomeros somos magos?
Eso nos trae sin cuidado.
Los chiste nos los llevamos
y todos los festejamos.
Mas quede claro una cosa:
teniendo que comportarnos,
ejemplo sí que nos sobra
y lo hemos demostrado.
 

Comportamiento ejemplar
a la hora de embarcar.
Fred Olsen cargó  primero,
seguido por Armas luego.
En este segundo barco
iba yo de pasajero.
Armas hizo un tercero
a Los Cristianos de largo.
 

El primero y el segundo
llevó la gente a La Villa.
Creo que sólo algunos
seguimos a la otra Isla.
En ambos iban parientes
de Maribella, mi prima:
mamá, hermana e hija;
y su suegra en el siguiente.
 

Cuando las cosas no pasan
no se las puede contar.
Me sobresalta pensar
si me hubiera echado a andar,
como hicieron los demás
y tenerme que aguantar
tantas horas de pesar
hasta poder embarcar.
 

Mientras esto sucedía
La Guardia Civil hacía
otra visita ‘sorpresa’
en la ‘Somá de Las Cuevas’.
Las palabras se salían,
Maribella se escondía,
y entre tantas palabras,
nombraron hasta las cabras.
 

La Guardia Civil quería
que la casa se evacuara
y ellos les comentaban:
Para arriba no podían,
para abajo, lo que había.
Al final, así quedaban,
pues donde ellos vivían
muy bien seguro estaban.
 

El retorno.-
 

¡Un retorno escalonado
de quién se habían marchado!
Algunos nunca se fueron.
Otros el lunes subieron,
también el martes siguiente
como el miércoles volvieron.
Pero otro poco de gente
en el año no lo hicieron.
 

Mi primo Luis se enteraba
que, entre la tarde y noche,
subía el que abajo estaba
y hasta volvían los coches.
Siendo una sorpresa enorme
que, sin variar condiciones,
ese lunes por la noche
durmieran en sus colchones.
 

Los que estaban en la Villa
fue el martes que retornaban,
aunque por vía marina
por carreteras cortadas.
Ese viaje de retorno
dicen que les costó  caro,
pareciera un tanto raro
y salido del entorno.
 

Cuentan que las condiciones
para movilizaciones
de las personas mayores
no eran de las mejores.
Un peligro transitar,
embarcar, desembarcar;
luego, en lugar de pagar,
más bien debieron cobrar.
 

Tres horas duró  ese viaje
pues pagaron un pasaje
como en un tour de recreo.
Aunque el mar estaba bueno,
completamente sereno.
Pero la gente no andaba
y mucho menos estaba
de turismo veraniego.
 

El jueves fue mi regreso,
acompañando a mis primos,
acto que les agradezco,
pues fui muy bien atendido.
Mi primo me subió  el bolso
que estaba sobre pesado,
diciendo en tono jocoso
que hasta se había encorvado.
 

El agradecimiento.-
 

Nuestro grupo familiar,
y Arure se ha de sumar,
las gracias les quiere dar
al Núcleo de El Arenal,
situado en Borbalán,
por el esmerado afán,
con todo el saber estar
y tanto calor de hogar.
 

Las gracias de corazón.
Nos han dado una lección
en cuanto alimentación,
el cuidado y la atención,
el cariño y devoción
llenando nuestro fervor.
Con ese gran pundonor
es que se muestra el Amor.
 

Grandes, juventud e infancia,
servían con tal prestancia
que aún queriendo nombrar
alguno en particular
se puede menospreciar
al conjunto en general.
Por su sobrada audacia,
gracias, gracias, y más gracias.
 

Los dos centros de acogida
merecen ser resaltados
por el trato dedicado
a la gente recibida.
También será  recordada
la comida remitida,
el agua y la bebida,
por empresas dispensada.
 

Aquí no aparecen nombres
que no quieran que se nombren,
salvo los que lo admitieron,
quienes, así mismo, fueron
los que la idea me dieron.
¡¡¡Vaya la dedicatoria
en honor y la memoria
de los que hicieron historia!!!
 

Dedicatoria.-
 

A los que hicieron historia
siendo desinteresados,
para ellos un versado
que perviva en la memoria.
Como quiera que son tantos
que no caben en la rima,
Arure eleva su canto
a la relación seguida:
 

Vecinos de El Arenal
y demás de Borbalán,
el Centro Nereida Díaz
y la Casa Cultural,
Guardia Civil, Policía
y un concejero especial,
Ayuntamiento y alcalde
y el resto de concejales.
 

Centro Médico y Mayores,
Cruz Roja y trabajadores,
Ambulancias y Taxistas,
empresas y Hotel Gran Rey,
los partícipes que existan
que aun no siendo por ley,
dejaron su firma inscrita
que con hechos se acredita.
 

Las entidades citadas
se mostraron acertadas
y han de ser felicitadas
por la decisión tomada.
Pero hemos de entender
que el mérito ha de ser
de la persona entregada
que brinda su esencia humana.
 

Mis versos finales.-
 

Espero no falte nadie
y, si acaso sucediera,
sepan que no es un desaire,
pues mi verso no quisiera
que me olvidara de alguien.
Para aquellos no nombrados,
mi respeto más fundado,
dedicado en triplicado.
 

Sin ningún sesgo de duda.
mi espíritu os saluda.
Este es mi nombre al completo:
Antonio Luis de San Pedro.
Soy nieto para más señas
del poeta Antonio Niebla.
Vaya con mi nombre entero
mi agradecimiento eterno.