Pensamiento en Voz alta (Por J. Elías Rodríguez Montesinos)

Me queda claro que contra las vocaciones fuertes no hay nada que hacer, y es que lo del Sr. Alcalde de Alajeró, se encuentra en la frontera de lo cómico y lo absurdo.

El motivo de tanta testarudez se desconoce, aunque el resultado de esa cabezonería es vox populi: el Sr. Alcalde no acierta ni aunque le pongan una mira telescópica.
 
En materia de personal, podríamos hablar del injusto despido de una trabajadora municipal, la cual, disconforme con su relevo, ha solicitado amparojudicial y como era previsible, han declarado que el despido fue nulo.

La errática decisión del Sr. Alcalde ha costado, además de una justa indemnización para la trabajadora, cuestión por la que me congratulo, los honorarios del letrado que defendió la (mala) decisión del Sr. Alcalde. Solamente en minuta por los servicios prestados, y según los criterios orientadores del Colegio de Abogados en función de la cuantía, los vecinos tendremos que pagar en torno a 4.000 euros… Aún así, nuestro Alcalde nos enseña que hay que ser positivos: ¿qué son 4.000 euros de nada en comparación con la inmensidad del océano y el tic-tac de la eternidad?
 
Siguiendo con los graves errores del edil socialista, resulta que algunos trabajadores municipales fichan a la entrada y salida de su jornada laboral, cosa a la que no me opongo (todo lo contrario), mientras otros,  con un horario hecho a medida y sin que nadie controle su jornada de trabajo, causan un grave perjuicio al vecino que se dirige al Ayuntamiento.

La realidad es que para pagar sus impuestos, las oficinas municipales están abiertas desde las 8 de la mañana, mientras que para ser atendido por cierto funcionario, tiene que esperar hasta bien pasado el mediodía, o comprarse una bola de cristal y encomendarse a un oráculo de la adivinación. Para más INRI, todo eso ocurre con el beneplácito del Alcalde, el mismo que otorga productividades solamente a algunos trabajadores municipales, sin existir criterios objetivos en su concesión (discriminando al resto de la plantilla).
 
Continuando con su trayecto accidentado con rumbo a la nada, le recuerdo que el pueblo, si bien tiene la obligación de pagarle el billete de avión para que vaya a la Conchinchina, también tiene el derecho de saber cuándo está su Alcalde y cuándo no. Deje de incumplir sistemáticamente la legislación en materia de régimen local, y comunique cuando está ejerciendo de Alcalde (con postureo o sin él) y cuándo delega sus funciones al Teniente de Alcalde. La legislación local, esa a la que tanto le gusta acudir cuando quiere apretar las clavijas a los concejales de la oposición, dispone que en caso de ausencia debe de hacerlo público, le guste a Ud. o no.
 
En fin, podría seguir largo y tendido, ya que las aventuras y desventuras de nuestro Sr. Alcalde se podrían comparar con un iceberg: tan sólo una décima parte de la masa sobresale del agua. En cualquier caso, para ver con positividad las decisiones del  edil socialista, hay que ser un optimista nato, o lo que es lo mismo, una de esas afortunadas personas que cuando miran un donut, nunca ven el agujero.