Roma no paga traidores

José Andrés Medina-Locutor de Radio
Huelga decir que, esta célebre frase, se le atribuye al Cónsul romano Escipión, quien ordenó la ejecución de los asesinos traidores de Viriato.

Desde la antigüedad, incluso mucho antes del nacimiento del Mesías profetizado, la humanidad ha luchado por acaparar poder con muy diversas “artes”. Por aquel entonces y no muy lejos del  “in statu quo ante” actual, algunos permanecían o permanecen en el poder bien por merced al frío acero o "por mor" al juego de la traición y el engaño.

Sí bien, ya no se traiciona asesinando al rival en algunos de los “reinos” de este mundo, lo cierto es que el puñal propiamente dicho como arma, ha sido sustituido por “la espada” de la lengua ; y aunque esta última no produce herida sangrante y visible en la víctima, lo cierto es que su poder insidioso y difamatorio es igual de desgarrador que la primera.

De esto último, se sabe y conoce mucho por aquellos que alguna vez han tenido la oportunidad de pertenecer a determinadas Agrupaciones políticas, religiosas u otras y en las que los líderes escalan y encumbran, gracias precisamente,  a la sabia utilización de sus correligionarios, esos  a los que no dudan en “traicionar” cuando ya no les consideran útiles.

Es curioso que,  tiempo después quieran volver –ya les veremos-a repetir la ceremonia de embustes primigenios con los que consiguieron engatusar; un tiempo que se repite de forma cíclica y que, casualmente, coincide con ciertos periodos en los que, la hipocresía alcanza máximos históricos de “cotización. 

En la desmemoria de aquellos que utilizaron quedará -pensaran-  esos momentos de puestas en escena  de comprensiones y empatías, de sentimientos disfrazados, de falsedades y embustes sabiamente maquillados y perfumados para disimular sus “hedores”.  Los “Edwards Hyde que llevan dentro para, hacer creer que son “los Jekyll’ s” que pretenden aparentar.

Algunos afortunadamente, ya “están de regreso” y  huelen a la distancia a estos “traidores”. Especímenes sin escrúpulos ni moral, “sujetos” a los que en derecho cabe responder, cuando “regresan” en busca de “su recompensa” ,  un “Roma no paga traidores” tal y como le espetara en su momento el Cónsul Escipión a los asesinos de Viriato. Así de sencillo.