Dicen que el primer amor nunca se olvida, yo no puedo estar más de acuerdo con esta afirmación.
Llega y tu mundo da un vuelco, prácticamente tu vida comienza ahí.
En esta Sociedad en la que La Covid-19 nos acecha desde cualquier rincón, superficie o sustancia y donde un alto índice de la población vive con miedo al contagio, las incongruencias nos alarman como el sonido de un trueno en mitad de la noche.
Las despedidas son tan efímeras como dolorosas.
El otro día, reflexionando después de una despedida en el aeropuerto, caí en la cuenta de que vivimos en una despedida constante.
“Nunca es tarde cuando la dicha es buena”, un dicho tan común como erróneo.
Sí, cierto es que hay cosas que es preferible que sucedan tarde a que no sucedan nunca. A la vez hay otras que a lo mejor cuando llegan es demasiado tarde y ese dicho se sustituye por este otro: “El tren solo pasa una vez”.
Ayer, hoy, mañana. Esta última, la cual se pone en duda su existencia continuamente. Dicen que el mañana nunca muere. Será porque se cree que es tan ficticio como fraudulento.
El dolor puede darse de carácter sensorial o emocional. El sensorial es el que debo de decir que tengo el umbral bastante alto ya que ni lo siento, pero en este no me voy a basar hoy. Ésta reflexión va del emocional.
Cada paso que damos premeditado o no nos hace avanzar en cuanto a metas, sueños, sentimientos y valores se refiere. Vamos creciendo y nos marcamos objetivos para conseguir todo aquello que deseamos o soñamos. Algunos nos pareceran inalcanzables.
La vida está llena de encuentros fortuitos. Coincides en un momento y lugar determinado con gente especial: unos se quedarán a tu lado hasta la eternidad, otros pasarán de forma transitoria.
Con mis letras no pretendo que volvamos a un confinamiento, de hecho, soy la primera que no tiene reparo en hacer, lo ya permitido por fases, ahora bien; con respeto, con control, con empatía y con ganas, con muchas ganas de que todo vaya a mejor pero no de la forma más rápida sino de la más segura.
Aún no he escuchado a nadie quejarse por lo poco que trabaja pero sí por lo poco que vive.
Y sé que cuando pase esto que muchos llaman la tormenta, llegará lo que me atormenta, la Nueva Normalidad.